Impresiones de la peregrinación del Papa a Iraq

+ Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

Es de todos conocida la peregrinación que el papa Francisco realizó a Iraq entre los días 5 y 8 de este mes. Una peregrinación que no ha dejado indiferente a los iraquíes y a los medios de comunicación social que han difundido imágenes irrepetibles y diversos análisis.

Por mi parte, lo he seguido a través de televisión y leyendo los diversos textos del papa publicados por el Vaticano. De este seguimiento quiero compartir con todos estas impresiones.

Me ha parecido que el papa ha sido valiente. Ir en estos tiempos de conflicto en Oriente Medio, pocos días después de unos bombardeos no es de personas insensatas, sino de personas valientes, que, consciente de las dificultades y peligros y su misión no se echa atrás, sino que discierne la situación y considera que debe ir a pesar de todo. El papa ha ido como peregrino de la paz y la fraternidad a la tierra de Abrahán, como profeta, llamando a la concordia, a la responsabilidad personal, a la conciencia de las personas y los pueblos. Profeta que habla en nombre de Jesucristo, que ora con su pueblo, que celebra la Eucaristía, que proclama, ante los hombres de todas las religiones y de buena voluntad, la llamada a servir al Dios de la paz, Padre de todos como lo ha dicho y escrito en Fratelli Tutti.

Quiero destacar también el fervor y la alegría del pueblo iraquí, no sólo de los cristianos. Con qué alegría gritaban con el grito propio, blandían banderas y ramos, cantaban en las celebraciones porque el terrorismo y la muerte nunca tienen la última palabra, sino que esta pertenece a Dios y a su Hijo, vencedor del pecado y de la muerte. Los cristianos en Iraq son una minoría; una minoría que lleva viviendo allí desde hace casi dos mil años, que ha mantenido la fe a pesar de las persecuciones, los atropellos, el dolor, las lágrimas y las muertes. Una Iglesia mártir en medio de fundamentalistas y terroristas que ha pagado el precio extremo de su fidelidad al Señor. Unos cristianos que han sabido convivir como amigos con musulmanes ayudándose unos a otros a salvar la vida y a reconstruir las casas, la vida y el futuro.

Me impresionó también el saber estar, la educación de las autoridades, políticas y religiosas, que me imagino eran musulmanas. Se veían gestos no protocolarios, sino fraternos, alegres. Se notaba en sus rostros y ademanes la alegría. Destaco el gesto del Ayatolá Al-Sistani, con sus años y su barba venerable.

Admirables también la participación de las mujeres; cómo participaban en la liturgia, en los cánticos, en las lecturas, en los testimonios y cómo el papa reivindicó sus derechos.

Dignas de admiración son las comunidades cristianas que han sabido y saben compartir las alegrías y sufrimientos, las esperanzas y las angustias, afrontando las consecuencias de la guerra y de las persecuciones, la fragilidad de las infraestructuras básicas y la lucha por la seguridad económica y personal, que muchas veces ha llevado a desplazamientos internos y a la emigración forzosa hacia otras partes del mundo. Han sido y son testimonio de una unión fraterna en un mundo a menudo fragmentado y desgarrado por nuestras divisiones y donde ellas han sido tender puentes con otros creyentes.

El papa ha lanzado mensajes que son válidos para nosotros y para todos. Por ejemplo: Que la incitación a la guerra, las actitudes de odio, de violencia y de derramamiento de sangre son incompatibles con las enseñanzas religiosas; que la religión debe servir a la causa de la paz y de la unidad de todos los hijos de Dios; que hay que esparcir semillas de reconciliación y perdón y que la convivencia fraterna entre todos, también en los creyentes de otras tradiciones religiosas, pueden llevar a un renacimiento de la esperanza para todos. El papa piensa especialmente en los jóvenes como riqueza incalculable para el porvenir: son el tesoro de los pueblos que haya que cuidar alimentando sus sueños y acompañándolos en su camino y reforzando su esperanza. Ellos, dice el papa, con los ancianos, son la punta del diamante del país, los mejores frutos del árbol.

Un mensaje que considero debemos retener nosotros en nuestras circunstancias es que la memoria del pasado forja el presente y nos hace avanzar hacia el futuro. Y en mundo plural como en el que vivimos tenemos que trabajar los valores fundamentales de nuestra humanidad común, los valores en virtud de los que podemos y debemos colaborar y dialogar, perdonar y crecer.

Antes de rezar por todas las víctimas de la guerra en Mosul, en Iraq y en todo el Oriente Medio con una hermosa oración, el papa compartió estos pensamientos:

- Si Dios es el Dios de la vida -y lo es- a nosotros no nos es lícito matar a los hermanos en su nombre.

- Si Dios es el Dios de la Paz- y lo es- a nosotros no nos es lícito hacer la guerra en su nombre.

- Si Dios es el Dios del amor- y lo es- a nosotros no nos es lícito odiar a los hermanos.

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