Cartas y Artículos

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

Puede que alguno se asuste o se escandalice: ¿Cómo el obispo habla del amor a uno mismo? ¿No se opone la Iglesia al amor a uno mismo? ¿No es fomentar el egoísmo? No hay motivo para asustarse ni para escandalizarse. El egoísmo es otra cosa; es el “inmoderado amor que uno tiene a sí mismo y que le hace ordenar todos sus actos al bien propio, sin cuidarse del de los demás” Así lo define el Diccionario de Julio Casares.

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

Es bien conocida la triada de la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad y fraternidad. Todo un programa social que nunca se ha realizado, y ahora tampoco. Porque se olvidaron de la fuente, de la paternidad, porque no puede haber fraternidad sin un padre y una madre que estén en el origen. Y eso lo pasa hoy también a la sociedad. Si hemos dado la espalda a Dios, que es, como nos lo ha revelado Jesucristo, Padre con entrañas maternales, no podemos avanzar mucho porque el egoísmo, la falta de raíces comunes, nos lleva al egoísmo, a buscar el bien propio por encima del bien común, olvidándonos de los otros que son hermanos nuestros, e, incluso, invadiendo su libertad, la libertad de todo ser humano por ser hijo de Dios, llegando a dominar al otro como si fuéramos sus señores. Sigue dándose la explotación socio-económica, la exclusión social, el clima de violencia, la vulneración de los derechos humanos, el deterioro del medio ambiente, etc.

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

El misterio de la Pascua del Señor, su paso de este mundo al Padre por la muerte, sepultura y resurrección es clave en la vida cristiana, tanto individual en el que participamos por el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, como comunitario porque se celebra todos los domingos y especialmente en el Triduo Pascual que es la solemnidad máxima de la Iglesia que después debe tener y tiene eco en toda la vida de la misma. Toda la Iglesia está iluminada por esta luz que hace renacer todas las cosas.

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

Cuando escribo esto los medios de comunicación social, casi como una sinfonía, informan de la violencia y muerte en Ucrania, con la guerra que causa con tantas muertes, odio, rencor, destrucción, refugiados, miseria y pobreza, y en otras guerras más silenciadas por no sé qué intereses; en Algeciras, con la matanza terrorista del sacristán de la parroquia de la Palma; del asesinato de una mujer que tiene familia en Palencia y de su hija a cargo de su pareja en Valladolid; de la violencia mortal entre Israel y los palestinos; de la detención de un yihadista en Gerona; y de la muerte violenta de un joven negro en Memphis (USA), a cargo de unos policías negros. Seguramente y tristemente en este tiempo que media entre esta escritura y su publicación en el Diario Palentino habrá otras malas noticias. Y esto en vísperas de la celebración del día 4 de febrero de la Jornada Internacional de la Fraternidad Humana.

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

Como memoria agradecida al Papa Benedicto XVI, fallecido recientemente, he dedicado varios artículos al amor, teniendo como fondo la Encíclica primera, Deus Cáritas est -Dios es amor-. En ella responde supuestas preguntas, como ¿se puede amar a Dios? ¿Es amor es algo impuesto? ¿No es acaso un sentimiento que tenemos o no tenemos? ¿podemos amar de verdad al prójimo? ¿La Iglesia, con sus mandamientos y prohibiciones no nos amarga la alegría del eros, de ser amados, que nos empuja hacia el otro y nos quiere convertirse en unión? ¿No puede dejar la Iglesia este servicio de caridad hacia los que sufren en el cuerpo o en el alma y necesitan el don del amor? ¿No puede dejar este servicio a otras organizaciones filantrópicas de las muchas que hay? ¿No habría que apuntar a un orden de la justicia en el cual no existiesen necesitados y así la caridad resultara superflua? De todo esto trata la Encíclica.

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

El papa Benedicto XVI, fallecido el 31 de diciembre pasado, en su primera encíclica primera, Deus Caritas Est, (Dios es amor), haciéndose eco de la cultura griega clásica, establecía que el amor, fuente de toda vida, porque Dios es amor, tiene tres expresiones: Eros, filia y agape, en castellano, eros, amistad y caridad, las tres íntimamente unidos, como caras de una misma realidad, como son en Dios, y como se ha manifestado en la historia de la salvación, tanto del Antiguo Testamento como en el Nuevo.

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