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Martes, 21 Julio 2020 15:59

Celebrando la Palabra - XVII del Tiempo Ordinario (26 de julio)

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Celebración del XVII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A - 26 de julio de 2020.

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1. AMBIENTACIÓN

 

Podemos colocar un cartel con una de estas frases: “El Reino de Dios es el mayor tesoro”, o “El Reino de Dios es la mejor inversión”.

 

2. RITOS INICIALES

 

Monición de entrada. Cuantas veces nos reunimos en el nombre del Señor, repercute en nuestra experiencia de creyentes y en la vida de la Iglesia. Meditamos la Palabra de Dios y oramos juntos para seguir en el camino del Evangelio. Todavía somos aprendices... nos queda mucho por conocer y, sobre todo, nos queda mucho camino para ponerlo en práctica. Que este encuentro comunitario en torno a Jesús resucitado nos anime a seguir nuestra vocación de bautizados.

Canto

Saludo. Hermanas y hermanos, bendigamos al Señor que nos llama a seguir a Jesús.

Acto penitencial

Porque no valoramos suficientemente tu mensaje: Seño, ten piedad

Porque no siempre tomamos en serio el Evangelio: Cristo, ten piedad.

Porque hay falsos valores que nos engañan: Señor, ten piedad.

Gloria

Oración

Dios y Padre bueno, que proteges con amor a todos tus hijos, sin Ti no podemos ser fuertes ni santos. Ayúdanos a descubrir la misericordia que tienes cada día con nosotros, y guiados por Ti aprendamos a vivir como peregrinos hacia tu casa de amor y paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

 

3. LITURGIA DE LA PALABRA

 

Monición a las lecturas. Es preciosa y sugerente la oración de Salomón que hemos escuchado en la primera lectura. ¿Cómo es nuestra oración? ¿que pedimos cuando oramos?... La segunda lectura nos invita a ver todo por el filtro del amor de Dios. Y el Evangelio nos recuerda que seguir a Jesús y apuntarse al Reino de Dios es la opción por la que merece la pena invertirlo todo.

Lecturas. 1R 3, 5.7-12. Salmo o canto. Rm 8,28-30. Aclamación -Aleluya-. Mt 1344-52. Breve silencio.

Comentario homilético. La oración es una de las experiencias humanas más profundas y saludables. Y para un cristiano es esencial para poder mantener las actitudes y los compromisos que comporta el Reino de Dios. Como hemos escuchado en la monición de entrada, a Dios le agradó la oración del joven Salomón que se expresaba en estos términos: “Señor, da a tu siervo un corazón dócil para gobernar, para discernir el mal del bien”... y su oración fue atendida...

Cuántas veces hemos escuchado las quejas de cristianos y cristianas diciendo: rezo pero Dios no me escucha... yo me pregunto ¿cómo es su oración? Quizás nunca ha habido tantos métodos, talleres y modos de hacer oración como en la actualidad... Solo los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios oran con autenticidad. Lo escuchábamos el pasado domingo: “El Espíritu viene en nuestra ayuda”... por eso es muy importante preguntarnos con tranquilidad y sosiego, sin angustias: ¿cómo es mi oración?

Los verdaderos orantes no son los que tienen ratos de oración y después se olvidan, sino los que hacen de la oración su “respiración”, viven la comunión con Dios en todo momento; la oración se convierte así en un modo de ser, de vivir; respiran con toda naturalidad la relación con Dios. Esto no es solo cosa de monjes y monjas... es para toda persona creyente que se toma en serio su vida y compromiso cristiano. La oración es como su clima vital: la conciencia y el clima en el que discurre la totalidad de la vida.

El evangelio continúa presentando parábolas del Reino de Dios. Esta experiencia que respiraba Jesús en cada momento de su vida y que constituía el mensaje central de su predicación, no siempre está en primer plano en la vida de las comunidades cristianas ni se le dedica un interés prioritario. Según las parábolas del tesoro y de la perla. el Reino de Dios es un valor alternativo tan único e importante que aquel que lo vivencia no duda en jugárselo todo por él. Para quien lo descubre en profundidad, el Reino de Dios es irresistible, pone en movimiento las entrañas y llena la existencia responsablemente. A lo largo de la historia y también en la actualidad hay ejemplos de cristianas y cristianos que lo ponen todo al servicio del Reino, has el punto de arriesgar su propia vida. La fe nos asegura que es el mayor tesoro. Silencio de interiorización.

Credo

Oración de los fieles

Para que la Iglesia presente el Reino de Dios como tarea preferente, roguemos al Señor.

Para que el mensaje de las parábolas nos traspase la piel y nos cale hasta las entrañas, roguemos al Señor.

Para que los gobernantes sirvan a sus pueblos con discernimiento, respeto y verdadera atención, roguemos al Señor.

Para que al rezar pidamos sólo aquello que repercute en el bien de las personas, roguemos al Señor.

Por todas nuestras intenciones particulares, roguemos al Señor.

 

4. RITO DE LA COMUNIÓN

 

Monición. Es muy importante comprender el Evangelio desde las entrañas. Entonces somos capaces de grandes decisiones. Que la comunión con Jesús nos ayude a profundizar en su mensaje.

Credo

Introducción al Padre nuestro

Te bendecimos, Padre bueno,
porque diriges con sabiduría los destinos del mundo
y cuidas con amor de todas las criaturas.

Nos has llamado a existir
y nos acompañas con admirable pedagogía.

Oramos nuestros caminos y nos aclaras el horizonte de la vida.
Nos invitas a escuchar la palabra de Jesús
y nos mantienes firmes en su seguimiento.
en Él has visto realizado el sueño de tu Reino.

A nosotros nos has redimido generosamente
nos has hecho hijos de adopción
y nos has entregado todos los tesoros.

A quien te acoge lo ciñes de valor y dignidad,
lo rodeas de cariño y le brindas la ocasión
de ser, como Tú, presencia bienhechora.

Padre, mantén en nosotros un corazón dócil
y esa jerarquía de valores propia de tu Reino.

Siéntenos de tu parte
apoyando gestos y acciones de humanidad.

Infúndenos tu Espíritu y cárganos de responsabilidad
para no esquivar nunca la verdad del Evangelio.

Hermanados por la fe, te decimos juntos: Padre nuestro...

Gesto de la paz

Distribución de la comunión: canto

Acción de gracias

Te damos gracias, Padre,
por el entusiasmo con que nos haces vibrar por tu Reino.

Tu nos quieres: sencillos,
misericordiosos, serviciales, solidarios.

Nos llamas a compartir la fe en comunidad
para que el compromiso no decaiga.

 

5. RITO DE CONCLUSIÓN

 

Compromiso. Dedicar más interés e invertir mayor energía en favor del Reino.

Bendición

Monición final. El Reino de Dios es el gran tesoro de la fe. Es el centro en torno al cual gravita el Evangelio. Es el punto de mira, desde el que los cristianos debemos analizar lo que pasa, y el marco que estamos llamados a ampliar. Reforcemos nuestra opción por él y que sea grande nuestro testimonio. Que tengamos una semana feliz.

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