Martes, 06 Abril 2021 09:53

Celebrando la Palabra - II Domingo de Pascua (11 de abril)

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Celebración del II Domingo de Pascua. Ciclo B. 11 de abril de 2021.

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1. AMBIENTACIÓN

 

Podemos colocar un cartel con una de estas frases: “Los creyentes vivían unidos” o, “Dichosos los que creen sin ver”.

 

2. RITOS INICIALES

 

Monición de entrada. Hermanas y hermanos, nos reunimos en el nombre de Jesús resucitado. Su presencia viva y su experiencia motivadora nos dan impulso para mantener el compromiso que se nos confía: animar la vida de nuestro pueblo, ahora más que nunca, en tiempos duros, Él es nuestra fuerza. Hemos de seguir testimoniando el triunfo de la luz sobre la oscuridad, de la vida sobre la muerte. Dios se ha situado claramente del lado de Jesús y nos propone definitivamente su estilo como la manera nueva de vivir. Es un talante fraternal, comunitario, lleno de solidaridad para toda la vida y, especialmente en tiempos de crisis y sufrimiento.

Canto

Saludo. Hermanas y hermanos, bendigamos a Dios Padre, que nos quiere unidos para extender la fraternidad.

Acto penitencial

Tú, el primogenitor de entre los muertos, Señor, ten piedad.

Tú, el vencedor del pecado y de la muerte, Cristo, ten piedad.

Tú, la resurrección y la vida, Señor, ten piedad.

Oración

Dios, Padre bondadoso que reanimas la fe de tu pueblo con la celebración de la Pascua; acrecienta en nosotros el deseo de vivir como auténticos bautizados, colaborando en tu Iglesia, animados por el Espíritu, purificados con la sangre redentora de tu Hijo y, viviendo en fraternidad evangélica. Por J. N. S. Amén.

 

3. LITURGIA DE LA PALABRA

 

Monición a las lecturas. El gran argumento a favor de la resurrección de Jesús es el cambio de vida realizado en sus propios discípulos. Ellos hacían signos, pero en realidad, su manera de vivir constituía el principal signo. Por eso la gente se hacía lenguas de ellos. Cuando vivimos en autenticidad no necesitamos hacer milagros... ya eso es un “milagro”.

El Evangelio nos recuerda que la fe es un don y una experiencia espiritual. Por eso es un desacierto y una provocación pedir pruebas de otro estilo. Quien lo pretende, como el apóstol Tomás, está exigiendo algo fuera de lugar. La fe no se capta por las manos, sino por el espíritu.

Lecturas. Hch 4,32-35. Salmo o canto. 1Ju 5,1-6. Aclamación: ¡ALELUYA! Ju 20,19-31. Breve silencio.

Comentario homilético. El libro de Hechos de los Apóstoles describe con cuatro trazos el clima de la primitiva Iglesia vivificada por el Espíritu Santo. Se trata de un texto vibrante, gráfico y condensado, es un resumen descriptivo del ideal auténtico, genuino y valioso de los primeros cristianos. Hoy, después de más de veinte siglos de cristianismo, podemos decir que el sentido comunitario no ha perdido actualidad. Las diferentes ciencias humanas afirman que la mujer y el hombre se hacen personas cuando permanecen en comunidad con otras mujeres y hombres. La teología remarca igualmente que el plan de Dios es comunitario y no individual. La adhesión a Jesucristo nos lleva a una profunda comunión, que llega a ser: fraternidad universal.

Según hemos leído en el Libro de Hechos de los Apóstoles, la primitiva Comunidad se fortalecía en la común-unión, de manera que vivían unidos, lo tenían todo en común y repartían según la necesidad de cada uno. Aquella Comunidad se nutría también “con la enseñanza de los apóstoles, en la fracción del pan y en las oraciones”. Es decir, los cristianos y cristianas de la primera generación estaban unidos y los expresaban con gestos sencillos y visibles, oración comunitaria, comer juntos, compartir los bienes, reunirse para formarse en el conocimiento de Jesús, celebrar la eucaristía... Todo esto lo debían hacer con mucha convicción porque impresionaban a la gente y eran bien vistos.

Está claro que los esquemas y pilares del Reino de Dios chocan frontalmente con el individualismo de todos los tiempos. También chocan con la mentalidad según la cual solo se acepta aquello que se mide por los sentidos. El relato evangélico que pone a Tomás como el discípulo que duda, es un a catequesis sobre la resurrección de Jesús. Es decir, no se acepta a Jesús por los sentidos, sino por la onda espiritual y religiosa y por el don de la fe. Pero la enseñanza de este pasaje va aún más lejos: la Comunidad ayuda a entender la presencia de Jesús resucitado. En el primer encuentro con Jesús Tomás no estaba. Ocho días más tarde si estaba con el resto de la comunidad. Y es en ese ambiente comunitario donde reconoce a Jesús y pronuncia su credo: “Señor mío y Dios mío”. Jesús le dijo: “¿porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto”. Que gran lección encierra esta bienaventuranza... ¡nosotros somos bienaventurados!...

Jesús resucitado urge, invita, convoca a la Comunidad y nos pide que arriesguemos en dinamismo misionero -la nueva evangelización- Sus palabras son de actualidad: “Como el Padre me ha enviado, así también os envió yo. Recibid el Espíritu Santo”. Igualmente Jesús resucitado irrumpe en nuestra Comunidad para recordarnos el deber constante de ser sal de la tierra y luz del mundo, y para que lo hagamos con signos y gestos de humanidad y de comunión fraterna.

Estamos viviendo una época de la historia apasionante, las circunstancias que nos toca vivir son una oportunidad para demostrar nuestra capacidad de ser común-unidad, remar en la misma dirección para superar juntos los problemas y las dificultades que nos está dejando la pandemia; hacernos de verdad solidarios de todas las personas que sufren con otras pandemias, que ya existían antes de que nos llegara a nosotros, y que seguirán existiendo cuando hayamos vencido ésta: pobreza extrema de millones de hermanas y hermanos, hambruna, que mata todos los años a nueve millones de niñas y niños en el mundo... El Señor no venció la muerte para que sigamos como muertos ante el dolor de la humanidad. Si hemos resucitado con Él, demostrémoslo con una vida nueva. (Silencio de interiorización)

Credo

Oración de los fieles

Para que la Iglesia testimonie gozosamente la presencia de Jesús resucitado y el Evangelio, roguemos al Señor.

Para que exista una mayor responsabilidad constructiva en los gobernantes y una mayor solidaridad entre los pueblos, roguemos al Señor.

Para que, cuidando con mimo el ideal cristiano de la común-unión, nos podamos presentar como un símbolo creíble ante nuestros vecinos y vecinas, roguemos al Señor.

Por todos los que sufren, para que logren entender el valor cristiano del sufrimiento a la luz de la Resurrección, roguemos al Señor

Por todos cuantos queremos seguir a Jesús, para que el mensaje de la Pascua nos dé aliento en los momentos de dificultad y en las oscuridades de la vida, roguemos al Señor.

 

4. RITO DE LA COMUNIÓN

 

Monición. El amor evangélico es el gran signo de los verdaderos seguidores de Jesús. Unidos en el pensar y en el sentir, nos acercamos a la comunión para seguir siendo testigos del amor cristiano.

Canto

Introducción al Padre nuestro

Padre, seguimos de Pascua.
Estamos de fiesta por la resurrección de Jesús,
impresionante como persona y como creyente.

Lo sentimos vivo en medio de la Comunidad
animando la solidaridad y el testimonio.

¡Qué gozoso y que difícil vivir los creyentes unidos!
¡Qué admirable el ideal del compartir
alejando egoísmos, envidias y propiedades!

Padre, nos convence la fraternidad de tu Reino:
que nadie acumule insensiblemente,
que nadie pase necesidad sin que la comunidad intervenga.

Vamos aprendiendo lo bello del caminar juntos,
tendernos las manos, preocuparnos unos de otros,
ayudarnos y llenarnos de amistad.

Gracias; Padre, por el regalo de Jesús resucitado
y por la comunidad cristiana
que nos ha enseñado vuestro amor teologal.

Con todos los creyentes y bautizados en la Pascua
te decimos: Padre nuestro...

Gesto de la paz

Distribución de la comunión: canto

Acción de gracias

Jesús, has resucitado,
estás entre nosotros.

Somos tu comunidad:
nos sentimos muy bien contigo.

Queremos vivir unidos como una piña,
como un racimo apretado,
con cercanía y amistad.

Jesús, Tú eres nuestro centro,
el que preside nuestras celebraciones.
Ilumínanos, para que sepamos difundir
la experiencia que celebramos.

 

5. RITO DE CONCLUSIÓN

 

Compromiso. Solidaridad y fraternidad, en sintonía con el ideal cristiano y como testimonio.

Bendición

Monición final. Hemos celebrado el ideal cristiano, que es comunión y solidaridad. Hemos destacado que la fe es, ante todo, una experiencia espiritual que nos lleva al compromiso. Es una gran surte poder caminar con la experiencia del resucitado por dentro. Demos testimonio de la fe y presentemos el ideal cristiano a los demás como un estilo de vida posible cada día. Si evangelizamos es par que mujeres y hombres disfruten el Evangelio y puedan vivir con altura y dignidad. Que el Espíritu de Jesús resucitado nos ayude a lo largo de la semana.

Canto final y despedida.

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