Lunes, 21 Octubre 2024 18:40

Celebrando la Palabra - XXX Domingo del Tiempo Ordinario - (27 de octubre)

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Celebración del XXX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 27 de octubre de 2024.

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1. AMBIENTACIÓN

 

Podemos colocar un cartel con una de estas frases: “El Señor nos ilumina y salva” o, “Anda, tu fe te ha salvado”.

 

 

2. RITOS INICIALES

 

Monición de entrada. Hermanas y hermanos, vivir es caminar. Sin movimiento en el cuerpo y en el alma, las personas nos estancamos. El Evangelio presenta hoy una ceguera capaz de dejarnos aparcados en la cuneta de la vida; pero presenta también el deseo de una persona invidente, que, a gritos, pide ver. Jesús interviene porque descubre una fe grande en la petición y en la intención.

¿Quién no está un poco ciego? ¿No necesitamos ser liberados y curados? La fe lleva en sí una gran fuerza curativa y sanante.

Canto

Saludo. Hermanas y hermanos, alabemos juntos al Señor, que nos cura e ilumina para mirar la vida con ojos de fe.

Acto penitencial

Tú eres misericordioso y compasivo, Señor, ten piedad.

Tú has pasado por la vida haciendo el bien, Cristo, ten piedad

Tú quieres la salvación de todos, Señor, ten piedad.

Gloria

Oración. Dios, Padre bondadoso, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad; y, ya que nos has elegido para tu Reino, no dejes de alentar nuestra vocación. Por J. N. S. Amén.

 

 

3. LITURGIA DE LA PALABRA

 

Monición a las lecturas. Todos los que experimenta la presencia de Dios afirman que Él nos quiere, nos acompaña como salvador y está a favor de todo lo que nos dignifica.

Como Hijo de Dios, su misión no es otra que seguir el plan que el Padre le ha trazado. Por eso demuestra unos rasgos impresionantes de humanidad y de misericordia. Se acerca a los más débiles, necesitados y extraviados, y hace de su vida una ofrenda redentora. Una muestra de todo esto es el gesto curativo que realiza con Bartimeo.

Lecturas. Jr 31,7-9. Salmo o canto. Hb 5, 1-6. Aclamación. Mc 14, 46-52. (Breve silencio)

Comentario homilético. El pasaje Evangélico de hoy nos da pie para reflexionar, una vez más, sobre la cercanía y el interés que Jesús muestra con los desfavorecidos, nosotros los creyentes lo llamamos “compasión”. Ante la insistencia y la confianza de Bartimeo, Jesús se acerca para ayudarle...

Bartimeo, es un hombre que quiere salir de su aislamiento social, provocado por su ceguera, por tanto, es un hombre inquieto, una persona con aspiraciones. No se ha resignado a su desgracia. Quiere mejorar llevado por un afán de superación, para lo cual lucha contra las adversidades propias y las del ambiente (“muchos le regañaban para que se callase”). Él tenía una limitación grave: no veía, pero era un valiente. Intuía que el encuentro con Jesús desde la buena fe tenía que ser salvador. Y le llama a voces cuando siente que se acerca.

La personalidad de este hombre es muy sugerente. Su mala situación no lo desanima. Insatisfecho por su suerte, busca y confía en alcanzar el favor de una mayor capacitación. No cae en la trampa de la desesperanza. A diario sale al camino de la vida esperando que la luz y el don de Dios le lleguen a tocar el alma. Y le llegan: “Anda tu fe te ha curado”. Y hace con Jesús el “camino” desde Jericó hasta Jerusalén, un trayecto definitivo, que deberíamos hacer todos los creyentes, es la última etapa de Jesús antes de su fracaso, son las jornadas decisivas, el triunfo de la Vida, de la Luz que devuelve la esperanza a nuestras oscuridades y miedos.

¡Es una catequesis estupenda la que nos da este pasaje de hoy! Nuestra sociedad está, en su mayoría, ciega..., nosotros mismos muchas veces nos sentimos un poco ciegos; ¿hemos tenido reparos en gritar a Jesús? A los Bartimeos de nuestros días, que nos encontremos en el camino de la vida, no les pongamos trabas, no les pidamos que se callen, sino todo lo contrario, pongámosles voz y gestos sanantes, para que descubran la presencia de Jesús y puedan decir en la Comunidad: “Jesús ten compasión de mí”... ¡Qué oración tan sólida y total! Si lo decimos con toda la fuerza de nuestro corazón y una fe firme, seremos escuchados y volveremos a VER con claridad. (Silencio de interiorización)

Credo

Oración de los fieles

Para que la Iglesia ilumine a las gentes con la luz de la fe y actué como conciencia crítica en medio de la sociedad, roguemos al Señor.

Para que los pueblos no sean víctima de ninguna manipulación y avancen guiados por la luz de la verdad, roguemos al Señor

Para que no nos seduzcan doctrinas engañosas ni se nos ciegue la sensibilidad, roguemos al Señor

Para que no ganen terreno la indiferencia o el desánimo, sino el deseo de tejer juntos la vida nueva del Evangelio, roguemos al Señor.

Por los enfermos e impedidos, por los que se sienten solos o sobrecargados de problemas, para que les ayudemos a vivir con motivación y sentido, roguemos al Señor

Por todos nosotros, para que vivamos la fe con gozo, y seamos tejedores de redes que unan a las personas en el deseo de superación de todos los miedos que nos paralizan, roguemos al Señor.

 

 

4. RITO DE LA COMUNIÓN

 

Monición. La fe nos ayuda a ver, enciende los ojos del alma. Pero los fallos personales y el pecado del ambiente nos hacen a todos un poco ciegos. En la comunión recemos a Jesús con convicción y confianza. Él es nuestro Redentor.

Canto

Introducción al Padre nuestro

Dios, Padre santo, has estado elegante con nosotros
y sigues alegrando la vida de la Comunidad.
¿Qué sería de nosotros sin la fe?

Te damos gracias porque el Evangelio nos hace vibrar.

Hemos experimentado personalmente el impacto de Jesús
y sentimos el milagro de tu compañía
que nos orienta para vivir con entusiasmo.

Por tu don no somos ciegos:
Iluminas y alertas nuestra conciencia,
nos colmas de energía y nos llenas de ilusión.

Padre, cámbianos cuanto sea necesario.
No permitas que el desánimo nos venza.

Sabiendo que nos quedan muchas sombras que alejar,
muchas oscuridades que iluminar...
nos unimos en fraterna oración a toda la Iglesia
y te rezamos juntos la oración que tu Hijo nos enseñó: Padre nuestro...

Gesto de la paz

Distribución de la comunión: canto

Acción de gracias

Señor, te damos gracias porque podemos ver: podemos contemplar nuestro interior y el exterior hermoso de la naturaleza.

Te damos gracias por la mirada como símbolo, como espejo del alma.

Te damos gracias por los ojos de nuestros mayores, cansados, pero llenos de experiencia y capaces de reconocerte en lo que ven.

Te damos gracias por ojos de los niños y de los jóvenes, abiertos a la sorpresa, cuajados de emoción.

Y te pedimos Señor por los ojos que lloran, por los que tienen tristeza, por los que miran sin futuro, por los que miran sin contemplar.

Señor, ilumina nuestros ojos para que sean un símbolo de tu mirada.

 

 

5. RITO DE CONCLUSIÓN

 

Compromiso. Caminar con entusiasmo y animar este valor en los demás

Oración después de la comunión: se toma del misal

Bendición

Monición final. Caminar es un signo saludable de que hay ganas de vivir: Todos hemos nacido con el destino de caminar. Pero ya decía Jesús que un ciego no puede guiar a otro ciego. Para seguir avanzando en la vida hace falta tener horizonte, esperanza, valor y sacrificio. La fe abre los ojos del espíritu y da motivos para caminar.

Sabiendo que se hace camino al andar, demos ánimos a nuestros vecinos y vecinas para que nadie se quede parado en la cuneta de la vida.

Canto final y despedida

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