Lunes, 25 Noviembre 2024 11:45

Celebrando la Palabra - I Domingo de Adviento - (1 de diciembre)

Valora este artículo
(4 votos)

Material para el Animador de la Palabra.

Celebración del I Domingo de Adviento. Ciclo C. 1 de diciembre de 2024.

Descargar

 

 

1. AMBIENTACIÓN

 

Proponemos el cartel-lema, elaborado para toda la diócesis.

Símbolos que podemos utilizar: Una escalera con cuatro peldaños, en cada uno de ellos se va colocando una de las frases del cartel (la que corresponda a cada domingo) a medida que “ascendemos” en la Esperanza de un Tiempo Nuevo.

 

 

2 RITOS INICIALES

 

MONICIÓN DE ENTRADA. Con el Adviento comenzamos un nuevo Año litúrgico. Siempre que comenzamos algo significativo, se despiertan de nuevo la ilusión y la esperanza. El proyecto salvador de Dios y la tarea incesante de construir su Reino, aparecen de nuevo ante nosotros para meditarlos y cuidarlos comprometidamente a lo largo de todo el año.

En este tiempo privilegiado se nos invita a “alzar la cabeza”, mirar al futuro con esperanza, la vida con ojos nuevos.

Son cuatro semanas, que nos sitúan ante ese gesto sorprendente de Dios de querer acercarse, sin otra explicación que un amor sin límites. Dios ha querido salvarnos desde dentro, tejiendo la aventura de cualquier ser humano y “Pasando por la vida como uno de tantos”

Vamos a iniciar este nuevo Año eclesial viviendo con intensidad el cuidado personal y fraterno, abriendo puertas a la esperanza.

CANTO

SALUDO. Hermanas y hermanos, alabemos juntos al Señor que nos abre la puerta de su casa y nos sienta a su mesa.

ACTO PENITENCIAL

Tú nos quieres despiertos y comprometidos en el cuidado: Señor, ten piedad

Tú nos llamas a vivir abriendo puertas a la Esperanza: Cristo, ten piedad

Tú eres el feliz futuro que nos aguarda: Señor, ten piedad.

No se dice Gloria

ORACIÓN

Dios, Padre bondadoso, aviva en nosotros el deseo de conocer mejor a tu Hijo, así, prepararemos su venida con ansia de espiritual anhelo. Que la Iglesia sea instrumento de ayuda para que la humanidad se abra fielmente a la redención y, que todos los bautizados seamos testigos de tu Reino. Por N. S. J. que vive junto a ti en el amor del Espíritu.

 

 

3 LITURGIA DE LA PALABRA

 

MONICIÓN A LAS LECTURAS. Vivir con atención, vigilantes, debería de ser el distintivo del creyente; ser centinelas en la atalaya que descuella por encima de la niebla y mirar “más allá”, no quedarse en lo inmediato, sino atravesar con la mirada el horizonte para descubrir, en los signos de los tiempos, la “Entrañable misericordia del Padre, que nos vista con su Luz nueva”, para poder ver, no solo lo que ocurre, sino porque ocurre.

Jesús reclama esta actitud, Él, es aliento para nuestra esperanza titubeante y, una llamada fuerte a la renovación. La promesa que anuncia Jeremías, tiene su plenitud en Jesús y debe alimentar nuestra militancia y mantenernos en un Adviento activo y permanente.

LECTURAS. Jr 33,14-16. Salmo o canto. 1Ts 3,12-4,2. Aclamación. Lc 21, 25-28. Breve silencio

COMENTARIO HOMILÉTICO. Adviento, como tiempo que prepara la Navidad, se reduce a cuatro semanas. Pero, el “Adviento” verdadero no tiene límite de tiempo, es cosa de todo el año, de cada día; es un talante, una forma de estar en la vida, una actitud del alma: Esperar activamente.

Adviento es una dinámica de vigilancia y de espera. Quizás lo más significativo, sea la esperanza, un valor de alto estímulo frente a tanta rutina, desaliento, cansancio o mirada corta, sin horizontes amplios.

Todos necesitamos una buna dosis de esperanza; sin ella la vida se hace muy difícil, casi imposible -se cierra la puerta-. La esperanza es el modo de ser de la persona, nos renueva siempre, revitaliza nuestros proyectos, alimenta la ilusión y reafirma el compromiso. Ella nos enseña a abrir cada mañana la puerta de nuestro corazón para mirar con mirada cordial, y descubrir lo mejor de cada persona, de cada acontecimiento.

Podemos ver en el Adviento un buen antídoto contra todo tipo de desmotivación, pesimismo o frustración, proponiéndonos: “Contra el desánimo crónico, la esperanza del Aviento”

Jesús es la mayor Esperanza posible para que la humanidad entera, cada comunidad y, cada uno de nosotros, podamos avanzar. Él se nos acerca, viene a nosotros a diario de muchos y variados modos: en su Palabra que nos despierta, en la Comunidad que nos hace salir de nuestro aislamiento, en los Sacramentos, y también en los “sacramentos de la vida”, en lo sagrado del hermano: inmigrantes, pobres, enfermos, abriéndoles las puertas, encontrándonos a ras de suelo, en la calle, en los caminos... “¡¡Mirad, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación!!”

Al comenzar el Adviento se nos invita a aprender a mirar con ojos nuevos y mirada acogedora, como la mirada del Maestro. Para ello es imprescindible andar despiertos, vigilantes ante las necesidades de los hermanos, porque con el espíritu embotado no vamos a ninguna parte. Por eso: cuando cuidamos con la ternura y la fuerza de Jesús, abrimos la puerta al hermano, tejemos vida, y vivimos siendo regalo-cuidado para todos. (Silencio de interiorización)

CREDO

ORACIÓN DE LOS FIELES

Por la Iglesia, para que sea presencia de Dios y signo de esperanza, sobre todo, para los más afectados por todas las “pandemias” que asolan a tantos hermanos y hermanas: hambre, refugiados... y también, corona virus, roguemos al Señor.

Para que los pueblos avancen en la ayuda y el cuidado a todos y especialmente a los más vulnerables, roguemos al Señor,

Para que el sentido cristiano nos oriente y haga jugosa nuestra relación con los vecinos y vecinas, roguemos al Señor.

Para que el Adviento nos ayude a seguir por el camino de la conversión con voluntad firme, roguemos al Señor.

Para que nuestro amor y consuelo llegue a todos los que sufren, con nuestra ayuda espiritual y material, roguemos al Señor.

 

 

4 RITO DE LA COMUNIÓN

 

MONICIÓN. Para trabajar la conversión y tejer el Reino de Dios entre nosotros, hay que estar bien alimentados. Comulgar con Jesús nos alimenta, nos preparamos orando.

INTRODUCCIÓN AL PADRE NUESTRO

Bendito seas, Padre, Dios del cielo y de la tierra,
por Jesús, nuestro hermano y salvador.

Él es el regalo de altísima calidad que nos habías prometido,
la viva fotografía de tu identidad, el ideal que nos ayuda a vivir.
Su verdad nos ilumina y fortalece;
su santidad nos desafía y estimula.

Él despeja todos nuestros misterios
y nos impulsa a gastar la vida en acogida
abriendo puertas y tejiendo la fraternidad.

Padre bueno, queremos darte gracias por Jesús,
que vivió la aventura humana con elegancia y con-pasión;
la fuente de su energía eras Tú.

Por eso estuvo siempre en comunión contigo,
desbordante de oración y lleno de mística.
Él es para nosotros Buena Noticia que entusiasma.

Padre te abrimos el corazón
para que tu Espíritu salvador nos llene de aire nuevo
en este Tiempo de Gracia; por eso rezamos juntos: Padre nuestro....

GESTO DE LA PAZ

DISTRIBUCIÓN DE LA COMUNIÓN (Canto)

ACCIÓN DE GRACIAS

No desistas, Señor;
sigue insistiendo en venir a nosotros,
en hacerte vecino de nuestros pueblos, que se mueren,
de nuestras ciudades, que te ignoran...
y... quieren “salvar la Navidad”...

Hazte vecino de nuestra alegría,
de nuestro dolor y nuestras lágrimas.

Ven más cada mañana,
no dejes nunca de acercarte.

Sucede que la arcilla es así,
que está regada de añoranza y de amor
y nuestro canto se nos queda sin sol, y sin agua...

Sigue empeñado, a pesar de nosotros;
ven a nuestra sed.

Llegará un día en que todo estará como Tú quieres.

VEN SEÑOR JESÚS

V. Arteaga

 

 

5 RITO DE CONCLUSIÓN

 

COMPROMISO. Plantearse uno o, dos proyectos principales para trabajarlos preferentemente en Adviento.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN: (se toma del misal)

MONICIÓN FINAL. Adviento es tiempo de conversión y de esperanza. Probablemente hay zonas de nuestra persona y, actitudes en nuestra comunidad, habitadas por la sombra y, por lo tanto, cerradas a Dios, Nuestra súplica-oración de adviento es: “VEN SEÑOR JESÚS”. Todavía necesitamos aprender el modo de acogerte para tener vida y, aprender a crear la cultura del cuidado mutuo. FELIZ ADVIENTO PARA TOD@S.

 

 

¡Jesús de Nazaret, Adviento de Dios, Ven!

 

La luz se extinguía en el horizonte aquel atardecer de últimos de noviembre y se agolpaban las sombras bajo el húmedo cielo gris. El frio otoñal de aquella noche me empujó a echarme en brazos del sueño muy pronto, no sin antes lanzar una ojeada al libro de cabecera. En él leí estas palabras del autor bíblico:

Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva y proclama la salvación, que dice a Sión: “Ya reina tu Dios”. Tus centinelas alzan la voz, cantan a coro, porque ven con sus propios ojos que el señor vuelve a Sión.

Recuperado el calor corporal, traté de poner en sintonía mi espíritu e imaginé ver los pies del profeta descender raudo del monte, al encuentro de los humanos. Poco después concilié el sueño. A la mañana siguiente, recobrada la consciencia, me di cuenta de que mi mente había grabado en sueños la película del mensajero. Porque oía sus pasos presurosos y percibía su aliento cálido y su cuerpo rezumaba vida.

De repente sus pasos se detuvieron y me hizo señas para que le acompañara en el camino. Anduvimos juntos, envueltos en la oscuridad, yo en silencio, él en animado monólogo. Los primeros cantos de los pájaros anunciaban la proximidad del amanecer, hasta que llegamos al río que baja colmado hasta los bordes.

Había amanecido. Yo estaba atento al pisar firme del caminante, que divisaba ya en la lejanía la ciudad, a la que le conducían sus pasos, para proclamar allí un mensaje de vida. De la aldea lejana se oía, melancólica, la flauta de un labrador.

Transcurrieron todavía unas horas antes de nuestra entrada en la ciudad. Quiso el profeta elegir la plaza, convertida en mercado, como escenario de su proclama, Allí, improvisó este discurso:

 

Es Adviento un tiempo de esperanza
que hace grande al infeliz mortal,
que vive perdido en su orfandad.

Adviento es esperanza en la llegada
de Alguien que descubre nuestros vacíos
y los llena de alegría y de sentido.

Soy un sencillo mensajero
que cada día recorre plazas y hogares,
en busca de corazones ardientes.

Quienes le aceptan quedan embelesados
con su cercanía y vida desbordante.
¡Jesús de Nazaret, Adviento de Dios, Ven!

Contigo conversaré cada anochecer.
Tú llamarás a mi puerta. Yo te abriré presto.
Nos abrazaremos y cenaremos juntos.

Visto 17090 veces Modificado por última vez en Lunes, 25 Noviembre 2024 11:50

La Diócesis de Palencia

Obispado de Palencia
C/ Mayor Antigua, 22
34005 - Palencia (ESPAÑA)
Teléfono: 979 70 69 13
Fax: 979 74 53 14
Enviar Mail

Buscar