También empiezan a producirse los cambios corporales que diferencian al hombre y a la mujer; aparece el vello púbico y axilar, el vello facial, el crecimiento de los senos, ensanchamiento de las caderas y la menstruación por parte de las mujeres, la eyaculación en los hombres, aumento de peso, cambios en la voz, acné, etc. Todos estos cambios son normales y tan solo se debe al crecimiento hormonal.
Para asumir todos estos cambios y que no se produzca un efecto negativo, hay que ir preparándose poco a poco. Algunos de los hábitos para prepararse pueden ser actitudes de cuidado y aseo personal, actividades de autoconocimiento, potenciar diferentes capacidades personales, etc. Si tienes un hijo en esta etapa recuérdale que los cambios físicos son necesarios para su crecimiento como persona, que no se preocupe aunque ahora mismo piense que esos cambios son los más importantes, realmente no lo es tanto. Está evolucionando.
Como vemos esta etapa está cargada de grandes cambios y las familias son testigos de ello. Hay que valorar de forma positiva la paciencia, ya que todo proceso donde se produzcan cambios tan significativos conlleva un periodo de tiempo para adaptarse, tanto para el propio joven como para las personas que les rodean.
Con el paso de los años, todos hemos pasado o tenemos que pasar por la pubertad, es una etapa de la que tenemos que aprender y apoyarnos en ella para impulsarnos a seguir adelante. Puedes decir al joven: “No tengas miedo a esos cambios, pronto te acostumbrarás a tu nuevo cuerpo, pero confía en las personas que tienes a tu lado porque te pueden escuchar y aconsejar”.
Judith González
Centro de Orientación Familiar de la Diócesis de Palencia