Ninguna duda. Nuestros jóvenes de hoy construirán el planeta del mañana. Por eso la educación está en el punto de mira de esta pandemia. Los que diariamente compartimos el aula con ellos, vemos cómo les está afectando. Sería demoledor que perdiéramos la capacidad de “compasión” que hace posible la conexión empática con ellos y entre ellos y se diluya, por consiguiente, su capacidad de sintonizar con la realidad. Por eso el tema tiene su calado ya que nos estamos jugando el tipo de sociedad y de humanidad que queremos para el futuro.
“Pacto Educativo Global” es la propuesta del Papa Francisco para que “lo educativo” sea un esfuerzo común capaz de generar un tejido de relaciones humanas abiertas y transculturales. Lo que el papa llama “Aldea de la educación.”
El tema es serio y la propuesta del papa está cargada de un profundo significado profético. Vemos sufrir esta situación, tras los mecanismos del desaliento, a una juventud vaciada de contenidos y aturdida por el empacho digital. Son los jóvenes mismos quienes exigen de la estructura educativa y sus diseños educativos en colegios, institutos y universidades, poner en el epicentro del debate a la persona y sus necesidades. Demandan, en suma, el desarrollo del alma creativa que toda persona lleva dentro. ¿Alguien ha preguntado a estos jóvenes qué necesitan, qué esperan, que sueñan?
A medida que avanza el curso, palpamos con más nitidez su vulnerabilidad en una crisis que parece no tener fin: mascarillas, distancia social, ventilación, desinfección, plataformas virtuales y un sinfín de medidas que limitan, coartan y desnaturalizan la esencia juvenil. Y lo que es peor; añadido a sus miradas, ya de por sí tristes, es el secuestro de su protagonismo, la anestesia de su espíritu crítico o la inhibición de sus sueños transformadores.
No son tópicos. La escuela necesita reflexión, mucho diálogo y no poca escucha si queremos que la humanidad tenga futuro. Dejemos a los jóvenes que transformen la realidad de abajo arriba y de arriba abajo y sin ningún miedo, aunque sean vulnerables.