Palabra y Vida - Ver a Dios y descubrir una nueva forma de vivir

Palabra y Vida - Ver a Dios y descubrir una nueva forma de vivir

Jericó es el escenario del evangelio de este domingo. Junto al camino, un ciego pide limosna. Oye que viene mucha gente y entre ellos Jesús. Consciente de su ceguera grita y pide ayuda a Jesús.

 

PEDIR AYUDA

Bartimeo, que así se llamaba el ciego, al oír a Jesús, que pasa a su lado, pide ayuda. “Ten compasión de mi” grita una y otra vez. Detengámonos en este comportamiento. La presencia del Maestro arranca del corazón del ciego la necesidad y la urgencia de suplicar y pedir ayuda. Paradigma para todos nosotros que siempre necesitamos pedir ayuda al Señor. Su petición es firme y vigorosa, no deja de gritar. En su insistencia descubrimos confianza en que será atendido y ayudado por Jesús, de modo que insiste una y otra vez y no le importa que le amenacen y le pidan que se calle. Insistencia y confianza en encontrar respuesta a su petición frente a quienes acompañan a Jesús que le piden que no moleste. Comportamiento que tantas veces observamos también entre nosotros cuando tratamos de acallar o silenciar los gritos de los necesitados que al borde de los caminos de la vida piden a Dios respuesta y solución a sus problemas. Tantas veces en nuestra sociedad privamos que el que sufre al borde del camino se encuentre con Dios y ahogamos sus gritos para que no nos molesten.

 

LLAMADLO

La respuesta de Jesús debió sorprender a la comitiva que le acompañaba. Se detuvo y pidió que lo llamaran. Jesús muestra su preocupación por el que le necesita. No pasa de largo ante el que sufre. Se detiene a atender al quien le requiere. Quiere verlo, escucharlo y atender su ruego. Le importa aquel ciego. Le importa el hombre que sufre. Le importamos todos. Jesús quiere escuchar el grito de todo el que necesita ayuda en la vida. Lo mismo que en el evangelio Jesús a través de los cercanos nos llama. “Ánimo, levántate, que te llama” es el mensaje a llevar de parte de Dios a todos los que necesiten su ayuda. Dios está deseando encontrarse con ellos y nosotros debemos ser intermediarios para facilitar ese encuentro y nunca dificultarlo. Jesús necesita de quienes piden al ciego que se calle que a su vez le llamen. Necesita mediadores para acercarse al necesitado. Ánimo es la primera palabra que necesitamos decir a todos para que se encuentren con Dios en su vida. Sin ese aliento y ese entusiasmo no haremos bien nuestra tarea de llevar a Dios a nuestros hermanos. Llamadlo sigue siendo tarea y compromiso para todos nosotros para acercar a Dios a los hombres y a los hombres hasta Dios.

 

Y LO SEGUÍA POR EL CAMINO

Una antigua tradición relata que san Marcos pudo escuchar este relato de boca del mismo ciego. Después de recobrar la vista y escuchar de labios de Jesús “anda, tu fe te ha salvado”, san Marcos dice que “lo seguía por el camino” con lo que podemos aventurar que formó parte de los seguidores de Jesús desde ese momento. Sea verdad o leyenda, destaquemos en primer lugar, la disponibilidad y la rapidez para acoger la llamada de Jesús. En segundo lugar, al sentirse premiado con la vista se siente en la obligación de agradecerlo hasta el punto de no poder vivir, en adelante, sin estar junto a Él. El encuentro con el Señor y experimentar sus favores deben transformar nuestra vida. En la vista recobrada recupera una nueva visión de vivir. Ahora ve claro que su vida estará cerca de Dios a quien ya ha visto. Aquí radica el milagro del ciego de Jericó, quien vivía sin ver a Dios ya no quiere dejar de verlo. Quien vivía en las tinieblas y la obscuridad ahora, que ha visto a Dios, ha descubierto en la LUZ una nueva forma de vivir. Ya no tiene sentido seguir al borde del camino pidiendo. Ya no está en la noche, sino que la Luz, que le ha abierto los ojos, ilumina ahora su caminar al lado de Jesús, el Hijo de David.

José María de Valles - Delegado diocesano de Liturgia