PASCUA DEL ENFERMO en tiempos de coronavirus

Mañana, 17 de mayo, como todos los años coincidiendo con el VI domingo de Pascua, se celebra en España la Pascua del Enfermo. Este año con el lema ACOMPAÑAR EN LA SOLEDAD y con la propuesta de Jesús “venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré” (Mt. 11,28).

Son días difíciles los que nos ha tocado vivir, días en los que nuestra fragilidad y nuestras necesidades se hacen más patentes; días en los que la soledad, el no poder sentir el calor y las caricias de los tuyos, te llevan a experimentar que estamos necesitados de los demás y también de Dios; días en los que la duda puede aparecer y llevarnos a preguntar ¿dónde está Dios? o quizás nos acerque más a Él porque confiamos y sabemos que está ahí, amándonos de una manera especial en los momentos difíciles “Venid a Mí ...”

Por eso la pascua del enfermo tiene que ser especial este año. Unos pocos podréis celebrarla con vuestra comunidad (Torquemada, Quintana ...) otros nos conformaremos a través de los medios de comunicación, pero todos podemos unirnos en oración y acoger en nuestra vida a ese Cristo Resucitado que nos abre un camino de Vida y de Esperanza.

El Papa Francisco en su mensaje de este año, escrito antes de esta pandemia, nos dice: “Jesús dirige una invitación a los enfermos y a los oprimidos, a los pobres que saben que dependen completamente de Dios y que, heridos por el peso de la prueba, necesitan ser curados. Jesucristo, a quien siente angustia por su propia situación de fragilidad, dolor y debilidad, no impone leyes, sino que ofrece su misericordia, es decir, su persona salvadora. Jesús mira la humanidad herida. Tiene ojos que ven, que se dan cuenta, porque miran profundamente, no corren indiferentes, sino que se detienen y abrazan a todo el hombre, a cada hombre en su condición de salud, sin descartar a nadie, e invita a cada uno a entrar en su vida para experimentar la ternura” y esto “porque él mismo se hizo débil, vivió la experiencia humana del sufrimiento y recibió a su vez consuelo del Padre”.

 

Acompañar en la soledad.

Muchos son los que se sienten solos en estos días. Muchos son los que se han ofrecido a acompañarles, a ayudarles, a curarles (a algunos los hemos visto y reconocido su entrega públicamente, otros muchos lo hacen desde el silencio y el anonimato). Todos podemos sentirnos, unidos en la oración y con nuestra ayuda personal descubrir la presencia de Cristo Resucitado que nos dice “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Busquemos ese rato de soledad deseada y querida para sentirnos acompañados del único que puede saciarnos y darnos la fuerza que necesitamos para seguir caminando.

 

Venid a Mí todos los que estáis cansados…

Son muchos días de miedos, incertidumbres, dudas… que pueden llevarnos a momentos de desaliento, de desánimo. Gracias a Dios tenemos muchos profesionales y muchas personas que están comprometidas y entregadas para ayudarnos a superar esta situación. Ellos también necesitan de nuestra oración y reconocimiento. A ellos y a cada uno de vosotros queremos invitaros a responder a esta llamada que nos hace Jesús “Venid a Mí…” Sentirnos cerca de Aquel que siendo Dios se hizo como nosotros, sufrió, se entregó y murió en la cruz para enseñarnos así el camino hacia la Resurrección y la Vida y nos hace atisbar un sentido, alivia nuestras penas y nos abre a la esperanza.

Cada uno desde sus circunstancias y con sus posibilidades unimos nuestra oración en esta Pascua del Enfermo y pedimos al Señor Resucitado que dé fuerzas y espíritu de servicio a todos los profesionales, voluntarios, instituciones… que están cerca de los que lo necesitan; que anime y proteja a los enfermos, a los ancianos, a sus familiares y a todos los que sufren; y que conceda la vida eterna a todos los que han fallecido.

Esta Pascua del Enfermo de 2020, Pascua del Resucitado, nos interroga y nos pide a cada uno que tomemos conciencia de lo que podemos dar a los demás, que reconociendo nuestra fragilidad y nuestras limitaciones nos sintamos necesitados de los otros y de Dios, y que abramos nuestro corazón y todo lo que somos a la presencia de un Dios que nos ama y está siempre cerca de nosotros.

 

VENID A MÍ TODOS LOS QUE ESTÁIS CANSADOS Y AGOBIADOS Y YO OS ALIVIARÉ.

 

En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y solo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es solo
la llave santa de tu santa puerta.

Amén.

 

Secretariado de Pastoral de la Salud

La Diócesis de Palencia

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