Homilía en el funeral por los fallecidos por el Covid-19

Homilía de Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia, en la misa funeral por los fallecidos en la pandemia del Covid-19. Celebrada en la Catedral de Palencia el 25 de julio de 2020.

 

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HOMILÍA

 

1. Saludo a los Vicarios, al presidente y miembros del Cabildo, a los sacerdotes, miembros de vida consagrada, laicos, organista, personal de la catedral, etc. Autoridades, Medios de Comunicación Social

2. Sentido de la Celebración. Esta eucaristía en la fiesta de Santiago, apóstol y patrono de España, es una expresión de nuestra fe católica en el Dios de la Vida y del amor, que nos ha enviado a su Hijo Jesús como salvador, una fe que procede de los apóstoles, y desde ella tener un recuerdo agradecido para los que han muerto, pero también una oración, la mejor, que es celebrar la Misa y ofrecerla por el eterno descanso de todos los difuntos fallecidos por el coronavirus; han sido familiares, amigos, vecinos, compañeros nuestros, de todas las clases sociales, sacerdotes, religiosos, laicos y laicas; y aportar consuelo y esperanza a los familiares de los fallecidos, que han sufrido y sufren la pérdida de sus seres queridos, que no han podido despedirse de ellos ni hacerles sentir su amor, su cercanía, que no ha podido enterrarlos como hubieran deseado.

3. Al mismo tiempo queremos dar gracias a Dios y a todos los miembros de la sociedad por el trabajo solidario y el sacrificio realizado por tantas personas en este tiempo de pandemia, entregando generosamente su tiempo, su ciencia, su trabajo y rezar por especialmente por las personas mayores y las residencias de ancianos porque ellos han sufrido la angustia física, la disminución de su calidad de vida y la falta de visitas de familiares y amigos. En esta celebración os invito a pedir a Dios luz y comunión solidaria que venza el individualismo que a veces nos domina y entrega fraterna ante la crisis social y económica provocada por la pandemia y el confinamiento. Cuántas personas se han quedado sin trabajo, cuántas empresas y autónomos han tenido que cerrar.

4. El Covid-19 ha traído mucha desolación al mundo. Lo hemos visto y vivido durante mucho tiempo, todavía estamos en ello; nos ha mostrado el desolador espectáculo de calles vacías, de cercanía humana herida, de distanciamiento físico. Nos ha privado de la exuberancia de los abrazos, de la amabilidad de los apretones de manos, del efecto de los besos, y ha convertido nuestras relaciones en interacciones temerosas ante extraños y en intercambio neutral de las personas sin rostro, envueltas en equipos de protección; y aún no ha terminado como comprobamos a diario en las cifras de muertos y contagiados entre nosotros y en el mundo entero. Esta pandemia nos ha hecho palpar nuestra fragilidad y vulnerabilidad; nosotros que pensamos que somos inmortales, que hemos llegado a la luna y hemos enviado naves a otros planetas, nosotros que hemos creído que la ciencia y la economía nos va a salvar y darnos la felicidad y la eternidad. Ayudan, es verdad, pero no dan la felicidad. Esta pandemia nos ha enseñado que dependemos unos de otros, que nos necesitamos, que no podemos resignarnos ante las dificultades, sino que tenemos que luchar juntos, codo con codo, no unos por otros, ni unos contra otros, sino con otros, sin descartar a nadie y ser corresponsables hoy, porque en nuestras interacciones podemos ocasionar la propagación del virus a través del transporte, la movilidad masiva de personas, los viajes de negocios, el turismo, etc. Por eso hay que cumplir a rajatabla las orientaciones sanitarias de las autoridades.

5. El Covid-19 hoy afecta al mundo entero; pero también siguen afectando a millones de personas, hermanas nuestras, el hambre, la malaria, la tuberculosis, la falta de agua potables, los recursos básicos para vivir dignamente, etc. Y todos somos corresponsables. No podemos decir como Caín, después de haber asesinado a su hermano Abel, cuando Dios le pregunta: ¿Dónde está tu hermano Abel?: ¿Yo soy guardián de mi hermano? (Gen. 4,9).

6. Mirando al futuro de Palencia, de España, del mundo, ¿qué nos dice la fiesta de Santiago de hoy? Que, como Santiago, tenemos que ser discípulos del Señor, dejando atrás muchas seguridades e ilusiones y ser testigos del Señor; manifestar con nuestra vida la vida y la presencia de Jesús hoy; que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Que tenemos que beber el cáliz del Señor, es decir, compartir su suerte, aunque toque sufrir por amor y con alegría. Dios no es enemigo del ser humano, sino Padre con entrañas maternales, que no quiere sino el bien y la felicidad de sus hijos. Para eso nos ha entregado a Jesús, su Hijo, nuestro hermano, que nos señala el camino de las bienaventuranzas y nos hadado su Santo Espíritu de amor para ser felices; Él es la meta de nuestra peregrinación por la tierra, para llegar, no al Pórtico de la Gloria, sino a la Gloria misma; la clave está caminar en pos de Jesús, movidos por su santo Espíritu y con alegría cantar melodías de vida y esperanza, en pasar haciendo el bien, luchando contra a el mal y curando a los heridos de la vida; (Hech. 10, 38); el secreto está en servir por amor, no oprimir ni tiranizar, sino servir por amor, dar vida y dar la vida, entregarse, no buscar prebendas o dignidades; si alguno ejerce algún tipo de autoridad, en casa, en la iglesia, en la sociedad, no debe ser como instrumento de poder, sino de servicio para que todas las personas, especialmente los pobres y necesitados, crezcan. Él lo hizo el Jueves Santo, cuando, como un esclavo, lavó los pies a sus discípulos, y en la cruz entregó su vida por todos, los de cerca y los de lejos.

7. Celebrar la Eucaristía es hacer memoria agradecida de la muerte de Cristo y su sepultura; unimos la muerte de los fallecidos por el virus a la muerte de Cristo, pero con la esperanza cierta de que resucitarán como Jesucristo, porque Dios es Padre compasivo y misericordioso, el Dios amigo de la vida de los hombres, temporal y eterna.

Esto es comulgar con Cristo. Esto es seguir el ejemplo de Santiago, el amigo del Señor. Qué él y todas las víctimas de la pandemia intercedan por nosotros.

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