Homilía de nuestro Obispo en la Fiesta de Nuestra Señora de la Calle, patrona de Palencia.
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Saludos.
Celebrar la Eucaristía hoy aquí es volvernos a encontrar en la casa de todos, porque eso es nuestra Catedral, la casa de la Iglesia, abierta, para encontrarnos unos con otros como hermanos - “donde dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estoy en medio de ellos” (Mt 18, 20), con Jesús que nos parte del pan de la Palabra y de la Eucaristía por amor.
Celebramos hoy, en la Iglesia universal, la fiesta de la Presentación del Señor, una fiesta muy significativa. Tiene tres aspectos, que destacan hoy la lectura de la Palabra de Dios: La fiesta de la ofrenda, la fiesta del encuentro y la fiesta de la luz.
Nosotros celebramos a la Virgen de la Calle, la Madre de Jesús, nuestra patrona y madre, por quien nos ha venido la salvación, ella es la que ofrece y se ofrece, ella la mujer del encuentro, y ella, la portadora de la luz.
Es la fiesta de la ofrenda porque María y José presentan a Jesús en el templo para el servicio de Dios para nuestra salvación, porque es el primogénito. Se ofrece sometiéndose la ley, no por legalismo, sino por parecerse en todo a sus hermanos, los hombres, y así ser sumo sacerdote compasivo y fiel a Dios. Esta ofrenda culminará en la cruz, venciendo así a la muerte.
Pero también es la fiesta del encuentro porque la ofrenda de María y José ha sido ocasión de un doble encuentro: del encuentro del Señor con los ancianos Simeón y Ana y todos los justos de Israel esperaban para liberar definitivamente, para consolar a su pueblo que sufre, para salvar al pueblo.
Así Él será la luz para alumbrar las naciones y la gloria de su pueblo Israel. Será luz entregándose a sí mismo hasta la muerte por puro amor al Padre y a todos sus hermanos, los hombres todos. Esta fiesta es así anuncio y anticipo del misterio pascual. “Habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1).
Notad que Jesús es ofrecido, se hace hermano semejante a nosotros y compasivo, y viene a nuestro encuentro en brazos de María y así es luz del mundo.
¿Que nos dice y nos pide esto a nosotros?
- Abramos nuestra vidas e historia a Cristo que es nuestra luz, como nos invitaba el salmo. Abrid las puertas para que entre Él. El cristiano es el que se deja iluminar por Cristo en todo momento, sobre todo en los momentos de oscuridad y noche de la vida, como el dolor, la muerte, la enfermedad, de confusión, etc.
Hacer de nuestra vida una ofrenda de amor a Dios, con la oración de cada mañana, de nuestras alegrías y penas, uniéndonos a Cristo cuya ofrenda renovamos en la Eucaristía.
- Hacer de nuestra convivencia en la ciudad, en el vecindario y en las calles un encuentro, expresión de amor, de un amor que nos acerca unos a otros, un tender la mano a nuestros hermanos; Me alegra ver a los palentinos pasear por la calle Mayor, conviviendo fraternamente, pacíficamente, en diálogo sincero, y los niños corriendo, los matrimonios y novios cogidos de la mano, los mayores tomando un café y los jóvenes tomando una cerveza; que sea siempre así, lugar de encuentro, de encuentro festivo, de celebración, de memoria, de crítica sana cuando nos manifestamos pacíficamente para expresar nuestras convicciones y demandas políticas, sociales o religiosas, cuando expresamos nuestra sintonía con causas comunes y justas, defendiendo los derechos humanos, la dignidad de toda persona. En este tiempo de polarizaciones seamos hombres y mujeres de encuentro, que tienden la mano, que buscan lo común, el bien de todos y cada uno.
- Y en la calle ser luz, llevar la luz que es Cristo, como María y José a los demás descubriendo las maravillas de la creación y belleza de los rostros de las personas, para gozar juntos de la vida; tenemos los cristianos que ser luz para los demás con nuestras buenas obras: “Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras , y den gloria a vuestra Padre que está en los cielos” (Mt 5, 16).
Debemos compartir la luz de la fe, esa fe que da sentido a toda nuestra vida, con todos, pero particularmente con los niños y los jóvenes para que crezcan y se robustezcan como Jesús en sabiduría y en gracia, acompañados de Dios. Quizás hoy nos cueste más hablar a los hombres de Dios: hablemos a Dios de los hombres para que él los ilumine con Cristo. Seamos luz abriéndonos a los que caminan y comparten el camino con nosotros.
Para significar esto nos dieron el día de nuestro Bautismo una vela encendida del cirio Pascual que simboliza a Cristo Resucitado, y hoy, en la Iglesia de la Virgen de la Calle una vela encendida. Debemos ser como la luna que proyecta sobre la noche de la tierra la luz del sol.
Seamos hijos de una historia a custodiar y artesanos de una historia a construir viviendo la cultura del encuentro como María en el Magnificat, dejando que Dios haga obras grandes en nosotros y por nosotros para que su misericordia llegue a los humildes, a los hambrientos y los pobres.
Todo esto se lo pedimos a la Virgen de la Calle, nuestra Madre, Patrona y abogada, presentando nuestras personas y las necesidades de todos nuestros hermanos palentinos, particularmente los que sufren, los pobres, los parados, los enfermos y ancianos.
Virgen de la Calle que vienes a nuestro encuentro y llevas en tus brazos a Jesús, que es nuestra luz la luz del mundo, ruega por nosotros.
+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia
Catedral de Palencia. 2 de febrero de 2023