Palabra y Vida - Coherencia, sencillez, servicio, humildad

Palabra y Vida - Coherencia, sencillez, servicio, humildad

Que nos afeen la conducta, que nos corrijan, que nos llamen la atención, que nos digan los defectos, que nos aconsejen cambiar de comportamiento… no nos gusta nada y a casi nadie se lo permitimos. Nada de todo esto se motiva o se propone hoy en día como algo necesario para el crecimiento personal. Que cada uno se valga por sí mismo porque ya somos los suficientemente autónomos para que nadie nos venga a decir qué debemos hacer, y mucho menos, si eso nos complica la vida. Si alguien se equivoca, siempre será culpa de los demás. Todo este preámbulo viene a cuento porque hoy el evangelio nos ofrece unos consejos que Jesús da a sus discípulos y que nos vendrá muy bien aplicarnos a nosotros.

 

Alejados del camino recto

El evangelio nos presenta una dura crítica que Jesús hace de los escribas y fariseos, a quienes amonesta con dureza. Critica y cuestiona la verdad de su testimonio, la pureza de sus motivaciones y la falta de compromiso. Igualmente les afea su egoísmo, su negligencia y su falta de acierto para guiar al pueblo de Israel porque se han separado del camino recto. No ahorra descalificativos para evidenciar que Dios espera que vuelvan al camino recto. Aplicamos esta crítica a nosotros porque es necesario que también nosotros podamos sentirnos interpelados y preguntados sobre nuestro comportamiento. Es bueno que resuenen en nuestros oídos aquellas palabras del Señor para conocer si hemos errado el camino o nos mantenemos en el camino recto.

 

“Dicen y no hacen”

El término fariseo ha pasado a ser sinónimo de falso, de no transparentar la verdad porque una cosa es lo que dice y otra muy diferente la que hace, de modo que hoy suena a insulto. Jesús en el evangelio critica con radicalidad a escribas y fariseos a quienes acusa de decir y no hacer. Este comportamiento destruye la comunidad porque nos descubre incoherentes y, por lo tanto, falsos. Esto hace que perdamos la confianza, que dejemos de fiarnos y no queramos seguir ese comportamiento.

Jesús propone a los discípulos un comportamiento nuevo, donde el ser y el decir sea uno, donde no se dé disparidad entre el comportamiento y el pensamiento. No se debe ser fariseo porque es tanto como no respetar a los demás y nuestras comunidades no serán vivas, llenas de amor y fraternidad, sencillas y acogedoras.

Seamos auténticos en nuestro obrar como seguidores de Dios donde nadie pueda quejarse de que no somos coherentes, de no exhibir nuestra piedad como merecedora del aplauso y la admiración de los otros y donde no vivamos el Evangelio desde la apariencia sino con compromiso sencillo y humilde.

No olvidemos que valores como la coherencia, la sencillez, el servicio y la humildad siguen siendo valiosos a la hora de vivir nuestro compromiso de fe. Pidamos por tanto vivir nuestro cristianismo con responsabilidad, seriedad, verdad y coherencia.

 

José María de Valles - Delegado diocesano de Liturgia