Palabra y Vida - Jesús: el nuevo templo

Palabra y Vida - Jesús: el nuevo templo

Aunque leemos a san Marcos los próximos domingos de cuaresma leeremos a san Juan que es el único que narra el pasaje que hoy leemos donde Jesús realiza un gesto profético en un contexto muy específico y particular, la ciudad de Jerusalén y más en concreto en el templo. Un gesto que sorprende y llama la atención por su carácter y energía.

 

Mercadillo

Jesús reivindica el templo como lugar de oración, casa de Dios y espacio para el encuentro con el Señor. Su reacción, violenta e inesperada, no deja lugar a dudas. Para Jesús no se puede alterar la función del templo y convertirlo en un mercadillo. En línea con los profetas, que tantas veces habían criticado el culto como conjunto de ritos estériles, vacíos de significado y que no expresaban el auténtico amor a Dios, Jesús trata de purificar el culto dirigido a Yahvé. EL profeta Zacarías ya había anticipado la eliminación de los comerciantes que negociaban en el Templo del Señor. Cuando Jesús azota a los comerciantes, expulsa a los vendedores de animales, tira por tierra las mesas de los banqueros y cambistas actúa en esa línea profética donde el Mesías enseñará un nuevo culto a Dios. Jesús propone no solamente una reforma, sino la abolición del viejo culto para presentarnos uno nuevo. Una forma de encontrarse con Dios personalmente y no a través de la sangre de los animales. Un culto que llene de sentido la vida y no esté sustentada en el negocio. Lo esencial del templo debe ser facilitarnos la presencia de Dios y el encuentro con Él. Hoy nuestros templos, gracias a Dios, no son centros comerciales, pero debemos seguir preguntándonos si son lugares para encontrarnos con Dios, si nuestro culto es auténtico y si allí vivimos la presencia de Dios.

 

El nuevo templo

El gesto de Jesús no solo nos sigue sorprendiendo hoy, sino que mucho más les sorprendió a los judíos de su tiempo que se indignaron y no entendieron el actuar de Jesús. Por eso le pregunta que con qué autoridad se muestra tan radical y exigente. ¿Con qué derecho se atreve a suprimir el culto oficial ofrecido a Yahvé?

Jesús les responde de una forma cuando menos extraña. Les pide que destruyan el templo y lo levantará en tres días. Algo imposible puesto que el templo después de 26 años aún seguía sin ser acabado. Será san Juan quién nos explique el significado. Los tres días que tardará en restaurar el templo no se refiere al que contemplan sus ojos sino a su persona que en tres días resucitará y será el auténtico culto que debemos dar a Dios. Jesús es el nuevo templo y la presencia de Dios para nosotros. Jesús pasa a ser con quien nos encontramos en la oración para dirigirnos al Padre. A través de Jesús, el Padre acoge la oración de sus hijos y les ofrece su amor. La relación entre Dios y el hombre, a partir de ahora, se establece en Jesús.

En el camino cuaresmal llevemos a nuestra vida una nueva de orar y de encontrarnos con el Señor purificando nuestra relación con Él.

 

José María de Valles. Delegado diocesano de Liturgia