Palabra y Vida - El Proyecto de Amor sigue siendo la propuesta

Palabra y Vida - El Proyecto de Amor sigue siendo la propuesta

Hay preguntas trampas que su respuesta, sea la que sea, nos deja en mal lugar siempre. El evangelio de hoy comienza con una pregunta trampa. Tratar de dar respuesta a una situación compleja con una respuesta simple. No se puede simplificar de que Jesús quiera solventar una causa. La respuesta de Jesús abarca toda la situación familiar. Se aleja de lo particular para hablar de lo universal.

 

EL PROYECTO DE AMOR

En tiempos de Jesús, la sociedad judía relegaba a un segundo puesto tanto a la mujer como a los hijos. El varón imponía siempre su criterio ante la mujer como ante los hijos cuando eran pequeños. Según la ley de Moisés el marido podía romper el contrato matrimonial y expulsar a la esposa de la casa. Esta realidad para nosotros hoy no es justa. Ello nos obliga en primer lugar a leer el texto evangélico conociendo este contexto. Por lo tanto, no se trata de justificar o condenar el divorcio. Jesús propone volver la mirada al proyecto inicial de Dios que quería que el hombre y la mujer vivieran el amor. Jesús sitúa el origen del amor en Dios que nos ha creado como comunidad de amor, tanto de los esposos entre ellos y con los hijos con los que conforman la familia. Este proyecto de amor sigue siendo la propuesta que Dios quiere que vivamos sus hijos.

 

DUREZA DE CORAZÓN

La realidad nos hace conscientes de que ese plan de Dios no está exento de dificultades. Convivimos con numerosas parejas separadas, conocemos matrimonios rotos y otros que viven su amor de diferentes maneras. Todo ello, sin duda alguna, porque amarse es una carrera de fondo que no todos acaban. Pero no solo radica el problema en la dificultad de amar siempre, sino que nuestro corazón se endurece y deja de amar. Perdemos con el tiempo la frescura primera y se seca la semilla del amor porque nuestra tierra endurecida no permite que siga creciendo. Conscientes de esta debilidad nuestra Jesús razona la excepción que Moisés permitía al matrimonio judío.

 

DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MÍ

El proyecto de Dios para vivir el amor contempla a los hijos. Por eso el texto evangélico acaba haciendo referencia a los niños. Vemos como Jesús les acoge. Aún más, le parece mal que sus discípulos tratan de impedir que los niños se acerquen a Él. Les reprende y les dice que dejen a los niños que se acerquen a Él. Sigue teniendo actualidad este deseo de Jesús. Dios hoy también quiere que los niños se acerquen a Él. Y hoy sigue habiendo estructuras, personas e instituciones que impiden que los niños se acerquen a Jesús. Unas veces justificando esa actitud para no “molestarle” o para que “no nos molesten”. Otras veces porque “ya serán mayores si quieren ir” y así podemos encontrar más razones con las que hoy obstaculizamos que los niños conozcan a Jesús. Escuchemos el ruego de Jesús de permitir a los niños que se acerquen a Él. En la familia, los padres deben ser los primeros que lleven a sus hijos a Dios. La Iglesia, en segundo lugar, debe procurar que los niños también tengan una atención primordial para que se acerquen a Jesús, a través de la catequesis y la participación en la eucaristía. Sintámonos todos invitados por el Señor a no poner dificultades a nuestros niños para que vayan a Jesús.

 

José María de Valles. Delegado diocesano de Liturgia