45.000 son los peregrinos de más de cien naciones que, según los datos de 2017, atravesaron los 64km del Camino de Santiago que parten en dos nuestra provincia, desde Itero de la Vega hasta san Nicolás del Real Camino. Todos juntos forman la que, de largo, sería la mayor y más variada parroquia de la diócesis de Palencia.
¿Quiénes son? ¿Por qué hacen el Camino? Un egiptólogo de Londres, una profesora de California, un analista financiero de Madrid, una periodista alemana, un estudiante vasco de relaciones internacionales, un seminarista… son los rostros que encontramos un día cualquiera en el Camino de Santiago palentino.
Mario Pozzatti: De Londres, pasando por Egipto, hasta llegar al Camino de Santiago
Mario Pozzatti es un hombre de modales refinados, elegante, buen conversador y tranquilo. Procede de una parroquia de Londres, a dos pasos del Hyde Park, donde es voluntario con los sin techo. Profesor de Egiptología, dedica sus veranos como hospitalero en el Albergue Espíritu Santo, de las Hijas de la Caridad, de Carrión de los Condes.
“Todo buen hospitalero ha sido primero peregrino”, sentencia Mario, que cada año trata de recorrer una de las múltiples vías a Santiago de Compostela. La experiencia del Camino le prepara para acoger luego a los peregrinos. “Hacer el camino es una forma de liberación de todo lo que no es necesario”, afirma el profesor. “Quizá lo que más sorprenda sea la experiencia del silencio. En el silencio se descubren facultades que no se conocían, y así empieza a aflorar esa parte espiritual que normalmente tenemos descuidada por las tareas y preocupaciones. Esto es para mí lo más importante del Camino, esta libertad respecto al materialismo y la superficialidad de la vida moderna”.
Elisabeth Dörflinger: de Alemania a la vocación religiosa en Carrión
Esta libertad es la que experimentó Elisabeth Dörflinger, alemana, cuando hizo el Camino por primera vez, en 2010: “Mi vida estaba muy centrada en mis cosas y rutinas. Hacía lo que quería sin pensar más. Y el Camino logró sacarme de mis seguridades”.
De regreso el Alemania, Elisabeth sintió la necesidad, al año siguiente, de repetir, como peregrina primero y como hospitalera después. “¡Y pensar que no me gusta caminar ni dormir en albergues! Pero me di cuenta de que necesitaba ser libre de muchas cosas. Y me di cuenta también de que no iba a encontrar nada de lo que buscaba allí donde lo estaba buscando. Pero al mismo tiempo, experimenté una gran confianza y cómo Dios me decía: ‘Fíate de mi’”.
De esta búsqueda fueron surgiendo algunas respuestas, y en 2012, Elisabeth Dörflinger dejó su trabajo en una gran editorial, y su casa y familia en Alemania, y comenzó el postulantado en el Monasterio de la Conversión. Hoy, ya como religiosa, sirve a los peregrinos en el Albergue Santa María de Carrión de los Condes, tratando de compartir algo de lo mucho que ha recibido.
Christina Wilkinson: buscando a Dios desde California
Encuentro a Christina recién llegada al albergue, sola y agotada por el sol y el Camino. Trabaja como profesora en California. Le pregunto si no siente miedo al hacer sola el Camino, y me responde con los ojos húmedos: “Empecé el Camino con dos amigos, que tenían un plan muy preciso de etapas y kilómetros, pero he decidido separarme de ellos para disfrutar de cada tramo, de las personas, y del camino interior que cada uno tiene que hacer. Estoy descubriendo sobre todo a vivir a otro ritmo, más reposado, a ser más humilde, y tratar de descubrir cuál es mi propio camino, mi valor como persona, y la voluntad de Dios para mi. Animaría a todos los líderes mundiales a hacer el Camino”, sentencia Christina explicando con palabras algo de lo mucho que supone esta experiencia para ella.
Gorka Bilbao, Alonso Salcedo y Álvaro Solé: tres jóvenes en el Camino
Gorka Bilbao vive en Getxo, tiene 19 años y estudia Relaciones Internacionales y Administración de Empresas. Este es su primer Camino. Ha encontrado dos amigos coreanos, uno brasileño y otro español, y han formado un grupo alegre, unido y variopinto. “Hace solo dos meses que tomé la decisión de hacer el Camino” -confiesa- “y me está sirviendo para reflexionar y encontrarme a mi mismo. Es muy rico el intercambio entre distintas personas y culturas, y ha hecho que descubra que el mundo es mucho más grande de lo que pienso. El Camino me está ayudando a abrirme y a mirar más allá de mi”.
Alonso Salcedo, de 22 años, es seminarista de Madrid, y colabora como hospitalero en Carrión de los Condes junto a su amigo Álvaro Solé, de 27 años, analista financiero. “Más allá de la diversidad de culturas y nacionalidades, el Camino ofrece la oportunidad de compartir desde lo profundo. Las personas abren su corazón y sus heridas. Aunque las motivaciones del peregrino, en su mayor parte, no son inicialmente religiosas, a lo largo del Camino algo sucede. Es la experiencia de la acogida, del encuentro, de la gratuidad, del amor. Luego se dan cuenta que detrás de todo eso está Dios. Recomendamos a todos los jóvenes a que se animen a ser peregrinos u hospitaleros: es una experiencia que te abre la mente y el corazón. Pensábamos que veníamos a dar y ayudar, pero la realidad es que estamos recibiendo mucho más”.
Juan Carlos Martínez, un sacerdote al servicio de los peregrinos
Desde hace seis años, los peregrinos que pasan por el Camino en Palencia encuentran a Juan Carlos Martínez, sacerdote que compatibiliza la atención pastoral de sus parroquias con el cuidado de esta nueva feligresía internacional, que día tras día, recorre las calles de Frómista.
“Trato de tener abierta la iglesia mucho tiempo para que los peregrinos puedan rezar, y de ser cercano a ellos en la eucaristía: les saludo, hago una petición por ellos y les bendigo. El Camino prepara al peregrino, que necesita orar, necesita la fe para poner en orden sus experiencias, y necesita del sacramento del perdón. ¡Confieso a muchos más peregrinos que lugareños! Y en la misa, a menudo hay también muchos más peregrinos que vecinos del pueblo. El ministerio del sacerdote en el Camino y la presencia de la Iglesia me parece preciosa: me ha enriquecido mucho. Las lágrimas que brotan de los ojos de tantos peregrinos en la bendición dan testimonio de que algo grande está sucediendo en el fondo de sus almas, y soy afortunado porque puedo ser instrumento de ello”.