El 28 de abril es el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo. Son tan alarmantes las cifras de la siniestralidad y enfermedad causadas por el trabajo, que se ha hecho necesario dedicar un día al año para sensibilizar al conjunto de la sociedad sobre esta situación tan escandalosa, e inhumana.
Hace pocos meses el Ministerio de Trabajo publicó las estadísticas de siniestralidad y enfermedades laborales de 2018. Se constata que se produjeron más de 600.000 accidentes con baja laboral; en el tajo murieron 506 personas; se contabilizaron 3917 accidentes graves cada día. A estas estadísticas no se suman las producidas en la economía sumergida. Lo más llamativo es que prácticamente todos los indicadores subieron respecto del año anterior Cada una de estas cifras es una historia personal y familiar truncada en mayor o menor medida.
El lugar del trabajo en vez de ser lugar donde los seres humanos contribuimos al bien común y nos realizamos como personas; donde participamos en la noble tarea de la creación, y en el acto de crear damos vida, se está convirtiendo en lugar de enfermedad y muerte.
El 28 de abril es, pues, un día señalado para tener presente a las víctimas y a sus familias, que son quienes sufren las consecuencias de este sistema de producción que no respeta la dignidad de la persona. Un sistema económico y de vida que va dejando tras de sí rastros y rostros de exclusión, enfermedad y muerte. En palabras del Papa Francisco, “una economía que mata”. Así lo testifican los efectos nocivos para la salud y las desigualdades sociales de sus políticas de recortes y privatizaciones.
Quienes seguimos a Jesús, todas las comunidades eclesiales, tenemos una especial responsabilidad ante esta situación, como proclamaba el Papa San Juan Pablo II en la encíclica “El Evangelio de la vida”: “Toda amenaza a la dignidad y a la vida del hombre repercute en el corazón mismo de la Iglesia, afecta al núcleo de la fe, y la compromete en su misión de anunciar el Evangelio de la vida” (EV 3 y 79)
Los Secretariados de Pastoral de Familia y Vida, de Pastoral de la Salud y de Pastoral Obrera y del Trabajo nos hacemos eco de estas palabras y nos comprometemos a impulsar y sensibilizar en nuestras comunidades la cultura de la vida, también la vida en el trabajo. Tener unas condiciones laborales dignas para la persona trabajadora, aplicando la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, permitirá una vida más saludable a los trabajadores y trabajadoras, y a las familias disfrutar de unos derechos que les son inalienables.
Palencia, 28 de Abril de 2019.
Secretariado para la Pastoral Obrera y del Trabajo
Secretariado para la Pastoral Familiar y de la Vida
Secretariado para la Pastoral de la Salud.