VII Domingo de Pascua. La Ascensión: “Para ser testigos”

VII Domingo de Pascua. La Ascensión: “Para ser testigos”

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Llegamos a la Solemnidad de la Ascensión. Se nos llama PARA SER TESTIGOS… es el horizonte de la escucha, el amor y la confianza… un horizonte que se abre “hasta los confines del mundo”.

 

 

DEL EVANGELIO DE S. LUCAS 24, 46-53

 

Dijo Jesús a sus discípulos: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad hasta que recibáis la fuerza de lo alto».

Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo.

 

ORAR CON TU PALABRA

 

No os quedéis tristes, aunque me voy;
aunque me voy, yo volveré.

Voy a la casa de mi Padre

a prepararos un lugar.
Vendrá mi Espíritu a vosotros
para enseñaros la verdad.

No os quedéis tristes, aunque me voy;
aunque me voy, yo volveré.

Sed testigos de mi amor

por los confines de este mundo.
Anunciad la Buena Nueva
a cada pueblo de la tierra.

No os quedéis tristes, aunque me voy;
aunque me voy, yo volveré.

Cuando los hombres os persigan

no tengáis miedo, confiad.
Yo estaré siempre con vosotros
a vuestro lado, hasta el final.

No os quedéis tristes, aunque me voy;
aunque me voy, yo volveré.

Mientras tanto, Señor Jesús,

ayúdanos a vivir esa vocación de cielo,
sin descuidar el suelo. Amén.

 

A LA LUZ DE TU PALABRA…

 

Como voluntaria de Cáritas, os cuento la experiencia vivida en un caso de atención primaria. Es de una familia que se presenta a pedir ayuda para una hija que es inteligente y trabajadora, que saca muy buenas notas y que tiene problemas en la vista.

Después de examinarlo en el grupo decidimos ir dos personas a hacer una visita al domicilio donde viven y efectivamente descubrimos que la situación es francamente deplorable: pasan frío, necesita las gafas por prescripción médica, no tiene una mesa donde estudiar y les hace falta un armario. Esas son sus peticiones.

Tenemos que darle una solución. Por supuesto, que la chica vaya a la óptica y que le vendan unas gafas adecuadas, con la ayuda de Cáritas parroquial.

Decidimos preguntar en Cáritas Diocesana, si por casualidad, podíamos encontrar en algún sitio una mesa, un armario, algún mueble más… No pudo ser. Entonces decidimos comprarlo en el lugar que nos pareció más apropiado y se lo llevaron directamente a casa. Respondimos, en la medida de nuestras posibilidades a las peticiones de esa familia.

Como experiencia personal, decir que cuando estamos en el despacho de Cáritas y entra una persona que viene a pedir ayuda, lo primero que tengo que hacer es ponerme en su lugar, pensar que para llegar allí le habrá costado sudor y lágrimas, que no es fácil pedir.

Lo segundo ver qué se puede hacer según sus necesidades. A lo largo del voluntariado hemos ido dando solución a muchos casos, que después se convierten en caras familiares porque nos vemos por la calle y nos saludamos y nos interesamos por su vida. Son caras que adquieren rostro y nombre. Y eso no deja de ser bonito. Y la alegría que experimentas por ver bien a los otros y porque tú misma te siente bien. Claro, hay que tener la ilusión de trabajar por el prójimo.

Sigo pidiendo al Señor que nos dé luz y fuerza para seguir regalando luz.

 

PARA COMPRENDERLA

 

La ascensión de Jesús es un gran símbolo. Expresa que en el plan de Dios no hay otra suerte ni otro final para las personas que el que hoy celebramos en Jesús. Él es la persona adelantada que personaliza el triunfo de la luz sobre las tinieblas. Jesús nos garantiza que nuestra esperanza no quedará defraudada.

La ascensión y glorificación de Jesús son como un gran aplauso que el Padre le tributa con satisfacción. Lo hizo Señor y lo sentó a su derecha para siempre.

Pero es también elevación de todo lo humano, un tirón de moral y de estímulo. La luz se sale con la suya a pesar de tanta oscuridad. Y la historia humana es iluminada con una apoteosis sublime de resurrección y de gloria.

Los verdaderos testigos del Señor hacen Reino de Dios trabajando los valores del Evangelio, día tras día, e iluminando la vida de la comunidad para conducirla a las cuotas más altas de humanidad.

Ha llegado nuestra hora, Jesús nos pasa el relevo, nos confía su tarea, nos pide que seamos testigos regalando su luz. En verdad, todavía, nos queda mucha tarea. Por eso, hacemos caso al Apóstol y pedimos que el Padre nos dé espíritu de sabiduría, para conocer lo que nos ha transmitido y la tarea que tenemos por delante.

Contamos para ello con su compromiso de no abandonarnos nunca.