Homilía de Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA en la celebración por el eterno descanso del papa emérito Benedicto XVI. Celebrada en la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Calle el 7 de enero de 2023.
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Bienvenidos a esta celebración eucarística por el eterno descanso del Papa Benedicto XVI, que ha sido un don para la Iglesia y la humanidad en los ocho años de servicio como Obispo de Roma y sucesor de Pedro, confirmándonos en la fe y en la caridad, cooperador de la verdad, humilde obrero en la viña del Señor.
Tres aspectos quisiera destacar de esta celebración: que son: acción de gracias, acción de gracias orante, acción de gracias que nos compromete en la misión.
1. Acción de gracias. Es de bien nacidos ser agradecidos a quien ha entregado su vida al Señor, a la Iglesia y la humanidad desde el día de su bautismo, un sábado santo de 1927, e incorporando su vida a la vida del Señor y también su muerte; para a él, el bautismo era fundamental, por eso, además de su devoción por San Agustín, la concha en el centro de su escudo.
De Cristo habló y escribió, a Cristo amó y celebró y a Cristo quiso seguir movido por el Espíritu Santo y con la protección de Santa María. Esa entrega a Cristo la renovó y concretó al ser profesor de teología, y particularmente al ser ordenado diácono, presbítero y obispo, no sólo de Munich y Frisinga, pero especialmente en Roma, con sus alegrías, penas gozos y sufrimientos, que también los tuvo.
2. Celebración agradecida y orante. Pedimos por él; le ponemos en las manos del Padre, como hacía ayer el Papa Francisco en Roma, que permanezca al lado del Dios que es amor; pedimos la paz y el descanso eterno, la gracia y la misericordia por sus faltas y pecados; ¿quién no los tiene? Pero Cristo se entregó hasta derramar su sangre para el perdón de los pecados.
Oremos para que el Señor lo reciba en la morada eterna y pueda escuchar con gozo y para siempre la voz del Señor, como servidor fiel y solícito.
3. Celebración de acción de agracias que nos compromete a seguir escuchando la voz de Cristo; a ser cómo él ese grano de trigo que cae en esta tierra nuestra con nuestra entrega, generosidad, compromiso por el Reino, la paz, la justicia, la fraternidad, como él lo hizo según las fuerzas que Dios nos dé; nos invita a entregarnos nosotros también a Jesucristo, el que por nosotros los hombres y por nuestra salvación se hizo hombre, no hizo alarde de su categoría de Dios , sino que se rebajó y se hizo servidor de todos para hacernos a todos hijos de Dios y hermanos unos con otros.
¿Cómo? Unas sugerencias que Benedicto XVI nos señala: Centrar nuestra vida en Cristo; porque ser cristiano no es seguir unas normas morales o éticas; no es afirmar dogmas, sino abrirse a un acontecimiento, a Jesús, el Hijo de Padre y de María, encontrarse con él, el que se encarnó, murió y resucitó, el que nos ama incondicionalmente y a quien invocó el papa Benedicto en su último suspiro diciendo “Jesús te amo”.
Nos pueden ayudar los escritos teológicos y pastorales del Papa Benedicto; Deus Cáritas est, Lumen Fidei, Spe salvi, Cáritas in veritate; hacerlo hoy siguiendo la letra y el espíritu del Concilio Vaticano II como nos lo presenta hoy el Papa Francisco, a quien Benedicto, el día de su renuncia, sin saber quién iba a sucederle, profesó obediencia y fidelidad.
No podemos oponer unos papas a otros. La providencia divina nos ha regalado en el siglo pasado y en este siglo XXI, los servidores que necesitamos en cada momento que nos animan a vivir y hablar del amor de Dios que a la vez que nos llena de alegría, nos invita a comunicarlo porque el amor a Dios a los hombres, especialmente a los pobres, está profundamente conectados, de tal manera que es imposible que amemos a Dios a quien no vemos si no amamos a hermano que vemos; con el amor al prójimo aclaramos nuestra pupila para ver y amar a Dios.
Tenemos que decir a todos, pero especialmente a las nuevas generaciones y a los jóvenes: “No tengáis miedo de Cristo. Él no quita nada y lo da todo; quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid las puertas a Cristo y encontraréis la verdadera vida”.
En su testamento espiritual nos dice a todos los que fuimos confiados a su servicio: “Manténganse en la fe. No se dejen confundir. A menudo parece como si la ciencia fuera capaz de ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la fe de católica. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo”.
Celebremos la Pascua de Cristo que se hace presente en esta Eucaristía y acompañemos al Papa Benedicto en su Pascua con nuestra gratitud y oración confiada.
+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia
Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Calle. 7 de enero de 2023