Homilía de nuestro obispo en la Clausura del VII Centenario de la Catedral

Homilía de nuestro obispo en la Clausura del VII Centenario de la Catedral

Homilía de nuestro obispo en la Eucaristía de Acción de Gracias y Clausura del VII Centenario de la Catedral de Palencia. Celebrada el 19 de febrero de 2023 en la S.I. Catedral.

 

1. Saludos a todos, hermanos y hermanas, pero permitidme que salude particularmente a D. Javier del Rio, Obispo emérito de Tarija, a D. Juan José, Abad de San Isidro de Dueñas, a los Vicarios de la Diócesis, D. Anastasio, D. Miguel y D. Mateo, a todos los presbíteros, colaboradores del Obispo en la atención pastoral a las comunidades de la diócesis, al Cabildo de la Catedral, a los miembros de la vida consagrada, al Consejo Pastoral Diocesano, a los lectores, al director del Coro, D. Jesús, y a la orquesta y Coros que hoy estrenan una pieza conmemorativa del VIIº Centenario, al personal que cuida y trabaja diariamente de la Catedral, a los arquitectos, a los profesionales de los Medios de Comunicación, a las autoridades aquí presentes que han querido sumarse a esta acción de gracias, a todos, hermanos y hermanas en el Señor.

Saludamos a D. Nicolás, Obispo emérito de nuestra Iglesia, que se une a esta celebración de la Diócesis.

 

2. Hermanos y hermanas: El papa Francisco, en su viaje a Canadá celebró una Eucaristía en Edmonton el 26 de julio de 2022, fiesta de san Joaquín y Santa Ana. En su homilía reflexionó sobre dos aspectos que desearía compartir con vosotros hoy y que se recogen en el cartel y portada de nuestra programación Pastoral de este año, titulada Construimos más. Decía el Papa: Primero. «SOMOS HIJOS DE UNA HISTORIA QUE HAY QUE CUSTODIAR». Y segundo: «SOMOS ARTESANOS DE UNA HISTORIA QUE HAYA QUE CONSTRUIR».

 

3. “Somos hijos de una historia que custodiar” y hoy es un día propicio para recordarlo y dar gracias.

El día 1 de junio de 1321 se puso la primera piedra de nuestra Catedral de San Antolín en la Capilla de la Virgen Blanca. A lo largo de los siglos esta efeméride se ha conmemorado de distintas maneras. Consta que, en el 1921, siendo Obispo Ramón Barberá y Boada se celebró el 6º Centenario con diversos actos celebrativos, tanto litúrgicos, como culturales. Hay una lápida en el exterior de la Girola, a la altura de la Capilla de los Santos Reyes que lo recuerda.

Somos hijos de una historia que hay que custodiar. «No somos individuos aislados, no somos islas, nadie viene a este mundo desconectado de los demás. No elegimos nosotros la vida, sino que la recibimos como un regalo; y es un regalo que estamos llamados a custodiar». Con la vida recibida de nuestros padres, hemos recibido el don de la fe y las diversas expresiones de la fe de nuestro pueblo.

Entre ellas está nuestra Catedral, este templo que es la casa de todos, donde la Iglesia que peregrina en Palencia a lo largo de los siglos tiene su hogar, su casa familiar y solariega, donde podemos vernos a nosotros mismos como en un espejo, ver nuestra historia. ver nuestros cimientos y raíces. Este hogar nos recuerda vivamente que nuestro fundamento, nuestra roca firme, la piedra angular que nos sostiene y une es JESUCRISTO, expresado en la imagen nueva que nos preside y presente de otras formas, como en el retablo mayor; Jesús, el Señor, que está presente en los sacramentos, en esta asamblea porque donde dos o tres se reúnen para orar él está en medio. Jesús es y debe ser en centro de nuestro pensar, sentimientos y acción.

En esta Catedral quiero destacar la pila bautismal donde está nuestra fuente cuya agua salta hasta la vida eterna, donde Jesús, muerto y resucitado nos regala el amor del Padre y el don del Espíritu Santo que nos hace hijos de Dios y hermanos; subrayo la memoria de nuestros hermanos como Santa María, la Madre de Dios y nuestra Madre, la Virgen Blanca, san José, San Antolín, otros santos y los hermanos enterrados en esta catedral. Esta comunidad diocesana que tiene como columnas la fe de los apóstoles, tiene las puertas abiertas para entrar y salir al encuentro de los hombres y mujeres de Palencia, quiere hacer visible con nuestra torre y su reloj que nuestra esperanza está en Dios.

 

4. Pero no tenemos solo que custodiar una historia y conocerla; la historia no se detiene; tenemos que “ser artesanos de una historia que hay que construir”. Tenemos que seguir edificando la Iglesia con piedras vivas. San Pablo nos recordaba en la segunda lectura que somos templo de Dios. Nosotros somos y debemos ser piedras vivas, formados en la fe, sostenidos por la esperanza y unidos por la caridad (San Agustín) de este templo vivo que es la comunidad diocesana.

Tenemos que preguntarnos: ¿Qué historia estamos construyendo y podemos construir entre todos, sinodalmente unidos en fraternidad? ¿Generamos vida, y vida que interpele a la sociedad? (1ª Lectura). ¿Difundimos la historia de amor de Dios siempre antiguo y siempre nuevo? ¿Somos instrumentos de perdón, de reconciliación hoy? ¿Anunciamos el Evangelio del Reino, sirviendo gratuitamente por amor? ¿Somos artesanos de una historia nueva, tejedores de vida y esperanza y futuro, humildes obreros en la viña del Señor, artífices de paz y humanidad?

Tenemos que afrontar el futuro y construir más y mejor, sin ser indiferentes a nada ni a nadie. Abiertos al Espíritu Santo tenemos que ser la comunidad que comparte la alegría de creer y crear en esta tierra nuestra, con otros, con pasión, acogiendo y viviendo nuestra fe, siendo regalo para los demás, caminando y cantando melodías de vida y esperanza, empleando nuestro tiempo en cuidar y crear, tejiendo vida.

Construiremos si somos familia de Jesús, discípulos y condiscípulos en su escuela, si contagiamos el amor de Dios, compasivo y misericordioso, si celebramos a Dios que viene a nuestro encuentro en su Palabra y en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía, y en los hermanos, en los pobres, enfermos, en los que están solos y descartados de la sociedad, en los acontecimientos de la vida personal y pública, aportando el sentido del misterio del hombre que sólo Dios esclarece. Estamos marcados a fuego por la misión de iluminar, bendecir, vivificamos, levantar, sanar y liberar (EG, 273). Tenemos que ser testigos del amor, del perdón, la bondad y la ternura de nuestro Dios, de Jesús. Nuestra única regla de vida es Cristo. Él es el principio de unidad (2ª Lectura).

Hermanos, no podemos anclarnos en el pasado. No podemos quedarnos en custodiar cenizas, sino reavivar el fuego: fieles a nuestra raíces, como los árboles, y ser ramas que florecen y producen frutos; ser hoy artesanos que construyen contagiando el entusiasmo, acogiendo la diversidad, abiertos a la pluralidad dentro de la unidad fraterna, abriendo nuevos horizontes en la misión con la escucha, la acogida a cada persona y la presencia del laicado en todos los ámbitos eclesiales y sociales; tenemos que aprender a vivir un nuevo estilo de relacionarnos dentro de la Iglesia sinodal, un estilo marcado por el servicio, no por el poder, el dominio y el individualismo; artesanos que cuidan la espiritualidad, con coherencia de vida, reconociendo cada vez el espacio a la mujer y los diversos carismas, cambiando las estructuras para que expresen más y mejor la fraternidad que nos lleva a compartir humilde, creativa y corresponsablemente, comunicándonos más y mejor, trabajando en red y viviendo en permanente conversión.

Hoy damos gracias a Dios Padre porque en Cristo y con su Espíritu nos sigue amando y convocando aquí por el Evangelio y la Eucaristía como familia y nos envía a la misión; dar gracias por los que nos precedieron a lo largo de los siglos y se reunieron en esta Catedral y en las distintas parroquias, hijas de esta Iglesia Madre; dar gracias por los que, con su trabajo han hecho posible la celebración de este 7º Centenario, presbíteros, miembros de vida consagrada, laicos, arquitectos y obreros, miembros de la Fundación, Instituciones y personas que han colaborado; Quiero dar las gracias a la Orden de San Agustín que nos ha regalado, entre otras realidades, esta Imagen de Jesucristo y una de la Santa María; debemos dar gracias por el pasado, el presente y el futuro porque Jesucristo es el mismo , ayer, hoy y siempre, (Heb. 13, 8). Y se hace presente en la Eucaristía.

 

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

Catedral de Palencia, 19 de febrero de 2023