Para el creyente todas las semanas, todos los años, todos los días y todas las horas son santas porque nuestras personas y nuestras historias, personales y comunitarias. Porque están bajo el amor misericordioso y fiel de nuestro Dios. Porque somos hijos del Dios Padre que tiene entrañas de Madre. Porque somos hermanos de Jesús, el Hijo de Dios, que se hizo hombre por nosotros y por nuestra salvación, que vivió, murió y resucitó por y para nosotros. Y porque estamos habitados por el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que habita en nosotros y nos impulsa a amar como Jesús, a construir el Reino desde la fraternidad.
Y con el Domingo de Ramos, comienza la Semana Santa. En ella celebramos el Amor más grande, del que habiendo amado a los suyos nos ha amado hasta el extremo, hasta el colmo y la locura del amor, entregar y dar la vida por nosotros. Un amor que celebramos, sobre todo, en el Triduo Pascual.
Y con el Domingo de Ramos, comienza la Semana Santa. En ella celebramos el Amor más grande, del que habiendo amado a los suyos nos ha amado hasta el extremo, hasta el colmo y la locura del amor, entregar y dar la vida por nosotros. Un amor que celebramos, sobre todo, en el Triduo Pascual.
