Un gran día de fiesta y de “Esperanza sin Barreras” fue lo que se vivió el pasado sábado con la celebración del Jubileo de las Personas con Discapacidad en la ciudad de Palencia. Cerca de mil personas que vistieron de “rojo-esperanza” las calles de la capital palentina y nuestra Catedral en una jornada de fiesta de la integración y de la convivencia, siempre mirando hacia el futuro. Un futuro cargado de nuevas posibilidades renovadas a la luz del Espíritu de Dios: espíritu de reconciliación y renovación que este Jubileo nos ofrece a todos.
Una jornada jubilar que quiso poner rostro a la oportunidad que se nos regala de vivir plenamente el sentido de este día: recibir con alegría enorme el abrazo que Dios se muere por darnos a cada una de sus hijas e hijos, de manera especialísima a aquellos más vulnerables y necesitados de su ternura y perdón.
Acogida, peregrinación y Fiesta del Perdón
Tras unos intensos meses de preparación el día esperado comenzó con la acogida y bienvenida al más de un millar de personas entre participantes, voluntarios y acompañantes. Tras la cual comenzó una Peregrinación por las calles palentinas hasta la Catedral de Palencia.
Ya en la Plaza de la Inmaculada -acompañados por la música de John Fellingham- tuvo lugar la Fiesta del Perdón, en la que una veintena de sacerdotes junto a nuestro obispo confesaron a quién así lo solicitó… como paso previo a la celebración de la Eucaristía.
Celebración de la Eucaristía
Tras cruzar la Puerta Santa de nuestra Catedral se celebró la Eucaristía Jubilar en la que la nota predominante fue la alegría y la inclusión. Además de una intérprete de lengua de signos para que las personas sordas pudieran seguir la celebración… en las lecturas y en las ofrendas participaron personas con discapacidad y nuestro obispo D. Mikel adaptó de manera especial la homilía.
«Lo que vivimos hoy en Palencia es un milagro, ¿sí o no?», preguntó con cercanía nuestro obispo. Y así lo percibía: un “milagro” en toda regla, al ver la entrega de voluntarios, instituciones, centros y familias volcadas en una jornada marcada por la fe, la inclusión y la esperanza.
Con un tono cercano y acompañado por la intérprete de lengua de signos, comenzó haciendo un paralelismo entre la lectura del Evangelio que se había proclamado y lo que allí se estaba viviendo: «Jesús pedía colaboración para el milagro, y aquí la hemos tenido. Más de 200 voluntarios, 21 centros… todo esto yo lo llamo milagro. ¿Estáis de acuerdo?».
Refiriéndose al pasaje evangélico del paralítico que llevaba 38 años esperando poder entrar en la piscina para ser sanado, D. Mikel lanzó una pregunta que resonó con fuerza en la Catedral: «¿Quién de vosotros no tiene una barrera, una discapacidad, un problema?», e invitó a los presentes a unirse a Jesús no solo para sanar el cuerpo, sino -y sobre todo- el corazón. «Jesús sabe arreglar cuerpos, pero lo que más le gusta es arreglar corazones», afirmaba.
No faltaron momentos de humor espontáneo y participación del público. En un momento dado, bromeó al recibir respuestas desde los bancos: «Esto es una gozada, me hacéis la homilía, esto es una maravilla», celebrando ese ambiente de comunidad viva.
Pero también desafíos. Nuestro obispo planteó la pregunta central de la jornada, inspirada directamente por el Evangelio: «¿Quieres quedar sano?». Una cuestión aparentemente sencilla, pero que, como él mismo advertía, «es de esas que parecen fáciles y luego te hacen pensar. Como en un examen, que dices: uy, uy, uy, aquí hay gato encerrado». La pregunta iba más allá de la salud física, apelando al deseo de cada persona de ser sanada por dentro, de dejarse salvar.
«Salvar es más que sanar», remarcó, distinguiendo entre la curación del cuerpo y la salvación de la persona entera. Y conectó ese mensaje con el lema del día: Esperanza sin Barreras. D. Mikel animó a los asistentes a identificar cuáles son esas barreras interiores -el miedo, el dolor, la falta de libertad- que impiden vivir con plenitud. La solución, nos dijo, está en la fe: «Jesús solo necesita que nosotros digamos: sí, quiero, Señor. Que me quites el corazón de piedra y me des un corazón de carne».
Nuestro obispo nos animó a dejarnos transformar por Jesús en el “trasplante más bonito de todos”: «aunque yo tenga un cuerpo de piedra, si recibo la carne y la sangre de Jesús, formo parte del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia».
Y nos invitó a responder a una última pregunta: «¿Queremos formar parte de este milagro?».
Comida en el Claustro, entrega de diplomas y concierto
Finalizada la Eucaristía, los participantes en la Jornada Jubilar se trasladaron al claustro de la Catedral, donde se celebró en una comida de hermandad y, acabada la misma – a la vez que se entregaba los diplomas acreditativos a los participantes- se disfrutó con el concierto que nos regaló Migueli... que se expresaba así en sus redes sociales: “¡¡Feliz de haber estado tocando y compartiendo en este gran evento “Sin Barreras” lleno de personas maravillosas!! ¡¡Ojalá se haga en todas las diócesis con tantas ganas y tanto Amor!! ¡¡Gracias gente linda !! Abrazoooo”
En definitiva, una jornada, llena de vida, esperanza, en la que lo milagroso no fue algo extraordinario, sino la certeza de que, con amor y fe, las barreras pueden caer