Descargar - Nos acercamos al Cuarto Domingo de Cuaresma. En el “camino de humanización”, se nos propone “buscar la luz”.
Y al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó: este o sus padres, para que naciera ciego?». Jesús contestó: «Ni este pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios.
Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo».
Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)». Él fue, se lavó, y volvió con vista.
Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ese el que se sentaba a pedir?». Unos decían: «El mismo». Otros decían: «No es él, pero se le parece». Él respondía: «Soy yo». Y le preguntaban: «¿Y cómo se te han abierto los ojos?». Él contestó: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver». [...]
Juan 9, 1-41
Reflexión
La ceguera disminuye las capacidades del ser humano porque le impide descubrir los contornos de los objetos y de las personas y disfrutar de tantas maravillas como existen a nuestro lado y le dificulta el encuentro y la relación con otros compañeros de camino. Cuando la ceguera es más honda y tiene una dimensión más espiritual, nos encierra en nosotros mismos y nos impide abrirnos a la comunicación con las demás personas y a la relación con el Dios de la Luz. Podemos afirmar que la ceguera infrahumaniza a la persona.
Es por eso que Jesús, en su vida entre nosotros curó a muchos ciegos, como signo de esa nueva luz que con Él se ha hecho presente entre los hombres, devolviéndoles la confianza en sí mismos, la capacidad para integrarse en la vida comunitaria y la posibilidad de ser discípulos‐misioneros de la buena noticia del Reino. Ciertamente, Jesús humaniza y plenifica al ser humano, como nadie.
En la cuaresma estamos llamados a recorrer este camino que nos conduce a la realización plena. Es el momento de dejar que la Luz disipe todas las zonas obscuras de nuestra vida de tal forma que con un nuevo resplandor seamos un reflejo humilde que facilite la salida del túnel a aquellos que tienen dificultades para vivir iluminados por la ilusión y la esperanza.
Preguntémonos:
• Una ceguera de nuestro tiempo proviene de la escasez de actitud crítica que nos trasmite la dictadura de un pensamiento único, que nos impide la reflexión y el discernimiento sobre la realidad y nos lleva a aceptar las cosas tal como nos las ofrecen, sin más análisis. Piensa en colectivos, grupos e instituciones que nos ayuden a salir de la modorra en que vivimos y pueden ser una luz para nuestra vida.
• ¿Buscas en el evangelio de Jesús, en los documentos de la Iglesia, por ejemplo en los escritos del Papa Francisco, en algunas reflexiones de creyentes comprometidos con nuestro mundo, una luz que nos ayude a encontrar pistas para seguir caminando con dignidad?
• En tu entorno más cercano, en tu familia, en tu pueblo o en tu parroquia..., hay aspectos oscuros que necesitan ser iluminados. ¿Cuáles son? ¿Qué puedes aportar tú para que la luz se vaya abriendo paso entre las tinieblas?
Testimonio: Dorothy Day
Nacida en Brooklyn en 1897, esta activista estadounidense no dejaría de dar una sola batalla social en su tiempo, especialmente, la defensa de las condiciones laborales de los negros, los niños y los explotados en general. Profundamente progresista, militó en movimientos socialistas y defendió algunos ideales libertarios.
Tras un fugaz paso por la Universidad, se independizó muy joven e inició su propia carrera como periodista (su padre también lo era) en el diario socialista ‘La voz’. Desde sus páginas denunciaba los excesos del capitalismo salvaje en un momento en el que la crisis económica disparaba el número de desempleados. También se implicó mucho en el movimiento feminista, hasta el punto de ser detenida en una manifestación en Washington.
El 1 de mayo de 1933 hizo historia al poner en marcha el periódico ‘Catholic Worker’ (‘Trabajador católico’). Llegó a imprimir 150.000 ejemplares. Destinado a los trabajadores (de ahí su simbólico precio, de un centavo), ponía luz en muchos de los desmanes que sucedían en las fábricas.
El eco del diario fue mucho más allá de lo que en teoría correspondía a un simple periódico y, enseguida, muchos jóvenes seguidores del mismo (los llamados ‘workers’) se involucraron en todo tipo de acciones solidarias, atendiendo a las comunidades más marginadas.
El resto de su vida, Dorothy Day se dedicó a apoyar numerosas causas humanitarias. Murió en Nueva York en 1980, con 83 años. Muy pronto se impulsó la causa para su beatificación, apoyada, entre otros, por el entonces cardenal newyorkino, John O’Connor, quien destacó que “ella supo bien lo que es estar al margen de la fe y lo que es, después, descubrir el camino correcto y vivir en plena coherencia con la exigencia de la fe católica”.
Una de las frases de Dorothy Day que podría resumir la hondura de su pensamiento, sería la siguiente: “No te preocupes por ser efectivo. Concéntrate en ser fiel a la verdad”.
Oración: Danos tu luz
Danos Señor tu luz,
para mirar la vida
con ojos de evangelio.
Ayúdanos a confiar en ti,
con todo nuestro corazón,
para aprender a poner
en tus manos,
toda nuestra existencia.
Necesitamos cambiar y volver a Ti.
Queremos vivir la conversión
y fortalecer nuestra fe.
Quita la venda de nuestros ojos
que nos impide descubrir a los demás
como hermanos.
Quita la venda de nuestro corazón
que nos impide sentir y vivir
movidos por tus enseñanzas.
Aclara nuestra mirada, danos tu luz,
cambia la ceguera de nuestra incapacidad
para creer y vivir como discípulos.