Material para el Animador de la Palabra.
Celebración del XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 13 de octubre de 2024.
1. AMBIENTACIÓN
Podemos colocar un cartel con una de estas frases: “El desprendimiento es un valor” o “Jesús nos invita a algo más”.
2. RITOS INICIALES
Monición de entrada. Hermanas y hermanos, Dios se ha revelado entregándonos una sabiduría rica y penetrante, capaz de abrirnos los ojos y de purificar los deseos e intenciones del corazón
Para nosotros el Evangelio es un gran tesoro de sabiduría penetrante como espada de doble filo, hasta lo más íntimo del alma. Es el gran don que se nos ha confiado para enriquecer el mundo; por eso no podemos guardarlo. A diferencia de otras riquezas que nos enfrentan y dividen, ésta nos une en fraternidad universal.
Abramos el corazón al mensaje de este día y celebremos la sabiduría de Dios, que da su justa importancia al valor de cada cosa.
Canto
Saludo. Hermanas y hermanos, bendigamos al Señor, que nos ilumina con su sabiduría.
Acto penitencial
Por nuestros egoísmos, Señor, ten piedad.
Por nuestras resistencias, Cristo, ten piedad
Por nuestras infidelidades e incoherencias, Señor, ten piedad.
Gloria
Oración. Dios, Padre bueno, nos orientas con tu sabiduría y nos instruyes con tu Palabra viva y eficaz; no dejes de acompañarnos con tu gracia saludable, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien. Por N. S. J.
3. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas. La Palabra de Dios nos dice en varias ocasiones que hay una difícil relación entre Dios y las personas que se afanan por acumular obsesivamente. El ansia de poseer constituye para la mentalidad bíblica un peligro permanente.
La primera lectura nos dice que la sabiduría de Dios vale más que el poder, la salud, la belleza o una buena renta.
Según el Evangelio, hay una actitud que mide claramente si uno sigue o no a Jesús: la disposición para ser desprendido, generoso para compartir con quienes tienen menos.
La Palabra de Dios es tajante y directa, así lo manifiesta la segunda lectura. No se anda con rodeos, descubre lo más íntimo del corazón humano y espera de la libertad de cada uno una respuesta clara y positiva.
Lecturas. Sb 7,7-11. Salmo o canto. Hb 4, 12-13. Aclamación. Mc 10, 17-30. (Breve silencio)
Comentario homilético. La persona religiosa y creyente tiene la suerte de descubrir el valor de la sabiduría bíblica. Es un don preferible a la salud y a la belleza, la capta el espíritu orante, y ayuda poderosamente a vivir en libertad y dignidad. Es el gran tesoro que da color y brillo a todos los valores. Es mucho más que lo que comúnmente entendemos por sabiduría ilustrada. Enseña y no defrauda. Se afirma en criterios sólidos y nos coloca en íntima amistad con Dios.
La carta a los Hebreos hace una excelente descripción de la Palabra de Dios: es viva, eficaz, tajante, penetrante, juzga los deseos y las intenciones del corazón, cuestiona, ilumina, salva... Los amigos de Dios son sensibles y se esfuerzan por ser fieles a su Palabra.
En el Evangelio Jesús, una vez más, aconseja que no se puede servir a Dios y al dinero. Es un error y un peligro optar por la riqueza: ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si malogra su vida? Por el contrario, es acertado y tiene un gran sentido comunitario optar por un estilo de vida sencillo y desprendido. Esta opción es distintiva de los verdaderos seguidores de Jesús.
En efecto, para ser un buen cristiano no basta con cumplir los mandamientos. Eso ya lo da Jesús por supuesto, eso es lo minino, pero Jesús trae una novedad, y nos pide algo más que el cumplimiento de normas y preceptos. Y, por eso el Evangelio insinúa: uno no es bueno del todo por hacer sólo lo que está mandado, sino por seguir las indicaciones de la conciencia recta que nos invita a una donación de todo nuestro ser y poseer al servicio de la fraternidad.
Esta persona que corre al encuentro de Jesús, el llamado “joven rico”, parece que se acerca con intenciones limpias. Sin embargo, por el transcurso de la escena, se pude concluir que no. Probablemente se trataba de un buen fariseo, cumplidor de la ley, pero solo eso, él solo llegaba hasta donde le pedía la ley... El caso es que con la pregunta y la primera respuesta que da, asombra a Jesús: desde chaval había cumplido los mandamientos, es decir, lo que tradicionalmente se nos ha pedido a todos nosotros...
Jesús le plantea algo más: que se atreva a ir más allá de lo meramente marcado por los mandamientos: “Una cosa te falta: anda, vende cuanto tienes, dáselo a los pobres..., ven y sígueme”
¿Con que intención corrió aquella persona al encuentro de Jesús? Este le hizo una invitación a superarse, a ir a lo más difícil. Pero no quiso, dio la espalda y se retiró. Rehusó las exigencias del seguimiento cristiano. Jesús, como siempre, respetó su libertad... con los riesgos que se derivan de ella. Seguramente que en ambos quedó una dosis de amargura, aunque de estilo diferente.
Resumiendo: “la radicalidad” de Jesús no tiene fronteras. Sin un corazón libre y generoso es imposible entenderlo, como es imposible apuntarse al Reino de Dios. El apego a la riqueza genera avaricia, egoísmo, envidia, rebaja la sensibilidad y cierra el corazón a la fraternidad, despersonaliza y esclaviza. La propuesta evangélica, nos invita todo lo contrario: la pobreza elegida libremente para el seguimiento de Jesús es una bienaventuranza para ser feliz, un chispazo de sabiduría. Cantidad de gente piensa que el dinero abre muchas puertas; otros pensamos que cierra la sensibilidad a muchos valores y, por lo tanto, cierra la puerta de la VIDA PLENA. (silencio de interiorización)
Credo
Oración de los fieles
Para que la Iglesia no caiga en las tentaciones del poder y del tener, y destaque por la sencillez, el servicio y la solidaridad, roguemos al Señor.
Para que los cristianos sigamos el ejemplo de Jesús, que optó por ser sencillo y desprendido, roguemos al Señor
Para que demos al dinero y a las riquezas la importancia que les corresponde y pongamos nuestro nivel de vida a la altura del Evangelio, roguemos al Señor
Por cuantos eligen una vida pobre y sencilla para mejor servir a los hermanos necesitados, roguemos al Señor.
Por cuantos dedican tiempo y medios a humanizar la cultura, roguemos al Señor
Para que vivamos la fe con alegría y agradecimiento, roguemos al Señor.
4. RITO DE LA COMUNIÓN
Monición. Jesús, como sabiduría y Palabra de Dios penetrante, nos recuerda que todavía nos falta algo para seguirlo más allá de lo que piden los mandamientos. Comulgar con Jesús es optar por el desprendimiento y por el compartir.
Canto
Introducción al Padre nuestro
Qué hermoso es, Señor, alabarte en comunión
y reconocer entre tus dones la presencia sabia de Jesús:
una Palabra viva y penetrante,
una persona que ha sublimado la historia,
una semilla para terrenos de calidad.
Él es tu Palabra última y definitiva,
tajante como espada de doble filo,
que llega hasta los últimos rincones del corazón
y calibra el valor de los sentimientos.
Él es tu Palabra reveladora
por la que te hemos conocido
y que nos lleva a entendernos como personas.
Él es quien nos recuerda que nos falta algo:
que siempre podemos ser más desprendidos,
más espirituales, más comunitarios...
Él, exigente y radical, sabe que somos de barro,
pero, también, muy capaces si vivimos contigo.
Señor, empápanos con tu Palabra y con tu Sabiduría.
Unidos como hermanos en torno a Jesús, te decimos: Padre nuestro...
Gesto de la paz
Distribución de la comunión: canto
Acción de gracias
Te damos gracias, Padre, porque tu sabiduría nos llena tanto que se refleja en los rostros y en las iniciativas que salen del corazón.
Nos iluminas y nos instruyes con tu Palabra orientadora y curativa. Llegas hasta los tuétanos con la buena intención de salvar.
Nos has metido tu Espíritu en el alma. Él nos está pidiendo una entrega sin reservas, por completo.
Padre, no consientas que seamos de los que cumplen y mienten... Exígenos hasta que sigamos tu sabia revelación.
5. RITO DE CONCLUSIÓN
Compromiso. Austeridad y desprendimiento para compartir: bienes y vida.
Oración después de la comunión: se toma del misal
Bendición
Monición final. Cada uno es libre para decidir el estilo de vida que quiere llevar. Dios nos dice que hay valores superiores, al lado de los cuales las riquezas, la belleza y hasta la salud tienen menos importancia. Él nos regala su sabiduría para establecer una buena jerarquía de valores. Tengamos claro que, para ser buenos cristianos, no basta con cumplir los mandamientos. Apegarse al dinero, por ejemplo, no va con el estilo de Jesús.
Canto final y despedida