+ Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia
Así reza el lema de este año de Manos Unidas. Manos unidas es una Asociación de la Iglesia Católica en España que pretende ayudar, promover y desarrollar a personas y grupos de los países más desfavorecidos o en vías de desarrollo. Es, además, una Organización No Gubernamental para el desarrollo, una ONGD, de voluntarios, sin ánimo de lucro, católica y seglar, es decir, llevada por laicos.
Esta Asociación tiene 60 años de experiencia de trabajos en el campo de la colaboración al desarrollo y la sensibilización social. Sus prioridades se centran en la Lucha contra el Hambre en el Mundo. Para ello se preocupen por siete grandes sectores: la educación; la salud, el agua y el saneamiento; la alimentación y los medios de vida; los derechos de las mujeres y la equidad; los derechos humanos y la sociedad civil; y el medio ambiente y el cambio climático. Sus líneas de trabajo van en una doble dirección: financiar proyectos de desarrollo en el Sur y sensibilización de las conciencias en el Norte, también en España, porque estamos en el Norte.
En Palencia, en la Diócesis, hay muchas personas implicadas, principalmente mujeres, que en la ciudad o en los pueblos trabajan, se comprometen de corazón y desde su fe con los proyectos de Manos Unidas. Se tienen dos asambleas al año, el pasado día 23 de enero ha sido la última, y está coordinada por una gestora, al frente de la cual está Blanca Diez Escribano. He podido comprobar la ilusión y el entusiasmo que ponen, el esfuerzo con el que trabajan, la fraternidad con que se relacionan y los buenos frutos que recogen.
El lema de este año quiere ser denuncia y llamada a la conciencia. Denuncia porque el planeta está sufriendo maltrato. Hemos visto consecuencias: los incendios incontrolados en Australia, los incendios y el abuso de toda la zona de la Amazonía y los grandes desastres del huracán o borrasca Gloria en las regiones españolas bañadas por el Mediterráneo, por citar algunos maltratos.
Pero, ¿quién lo sufre más? Hay que decirlo: No eres tú, ni yo, ni nosotros, sino las poblaciones más vulnerables que se ven afectadas por la crisis medioambiental y las generaciones futuras. Y no podemos, ni debemos mirar para otro lado, sino a los ojos de las personas que lo sufren, que ven como no tienen recursos para vivir dignamente y sí los tienen los países del Norte, que agotan los recursos porque tienen el dinero, la ciencia y la tecnología para explotarlos ellos. Las poblaciones más vulnerables experimentan la desforestación, la desertización con todas las consecuencias que esto acarrea, como la falta de agua potable, enfermedades, subida de las temperaturas, etc.
Si creemos en la igualdad y en la dignidad de las personas, no podemos cerrar los ojos de la cara cuando vemos imágenes del maltrato al planeta en los medios de comunicación, y mucho menos los ojos del corazón, ni el bolsillo para colaborar en los proyectos que Manos Unidas nos presenta y que han aparecido en la prensa de estos días.
Manos Unidas también quiere llamar a nuestra conciencia en un doble sentido: Primero para que no se endurezca nuestro corazón. La mujer del cartel y otras muchas mujeres, hombres, niños y ancianos que sufren son nuestros prójimos, nuestros hermanos. Puede ser que estén lejos de nosotros geográficamente, pero no lo pueden estar de nuestro corazón. Todos somos hermanos, hijos del mismo Dios y Padre, y hermanos todos en Jesucristo. Debemos sentir con ellos, sufrir por ellos y ayudarles según nuestras posibilidades. Debemos intentar meternos en su piel en su situación y empatizar con ellos. Es más, tratarlos como nos gustaría a nosotros que nos trataran si estuviéramos en su lugar. Sin duda que reclamaríamos solidaridad, cariño, ternura, fraternidad y caridad.
Esta llamada a nuestra conciencia tiene otra dimensión: no colaborar nosotros en el maltrato al planeta. Se habla mucho, por ejemplo, de los plásticos que están en los ríos, en los mares. No están allí por arte de magia, sino porque los hemos tirado nosotros, y quien dice del maltrato a los ríos y los mares podemos hablar de los montes, de las especies, de los alimentos que tiramos a los contenedores, etc.
Manos Unidas nos llama a unir las manos, no mantenerlas en los bolsillos despreocupadamente. Ofrezcamos nuestras manos y corazón y estrechemos las de los unos con los otros y colaboremos con Manos Unidas generosamente en la Colecta que hoy se hace en todos los templos.