¿Cómo vivir la Cuaresma?

¿Cómo vivir la Cuaresma?

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

Ya estamos en Cuaresma, pasados los Carnavales. Pero, ¿cómo vivirla? ¿cómo vivir estos cuarenta días que nos ofrece el Señor para vivir más plenamente la Pascua y ser nosotros, todos, hombres y mujeres pascuales, que han pasado con Cristo y por Cristo de la muerte a la vida nueva?

El Papa Francisco nos ha ofrecido, como todos los años, un Mensaje, breve, pero precioso. Arranca con una cita que quiere ser una luz, un camino, un faro para todos: “En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios” (2 Cor 5, 20). San Pablo está escribiendo a los cristianos de Corinto; estos le habían dado muchos dolores de cabeza, le cuestionaban a él, se había dado un distanciamiento en el amor y pablo siente la necesidad de la reconciliación. Pero, ¿por dónde comenzar? Sólo será posible la reconciliación entre Pablo y los Corintios si antes se ha dado la reconciliación con Dios. Por eso Pablo llama a la reconciliación con Dios. Esto vale para nosotros, los hombres de todos los tiempos.

El Papa nos da cuatro ideas clave para celebrar con el corazón renovado la Pascua, el Misterio de la Muerte y resurrección de Jesucristo, fuente de vida y renovación para cada cristiano y para cada comunidad.

1. La Buena Nueva de la Muerte y Resurrección de Jesucristo nos trae a la memoria lo nuclear de la fe cristiana, origen de nuestra alegría; que Dios es Padre y nos ama con un amor «tan real, tan verdadero, tan concreto, que nos ofrece una relación llena de diálogo sincero y fecundo. Quien cree en este anuncio rechaza la mentira de pensar que somos nosotros quienes damos origen a nuestra vida, mientras que en realidad nace del amor de Dios Padre, de su voluntad de dar vida en abundancia» (1). La prueba es Jesucristo. Por eso nos dice «Mira a los brazos abiertos de Cristo Crucificado, déjate salvar una y otra vez. Y cuando te acerques a confesar tus pecados, cree firmemente en su misericordia que te libera de la culpa. Contempla su sangre derramada con tanto cariño y déjate purificar por ella. Así podrás renacer, una y otra vez» (1).

2. La oración. Que no es un deber, sino una necesidad, forma importante de corresponder al amor que Dios nos tiene. Es un diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo. Es una forma de corresponder al amor de Dios que siempre nos precede y nos sostiene. De hecho, el cristiano reza con la conciencia de ser amado sin merecerlo. La oración puede asumir formas diversas, pero lo que cuenta a los ojos de Dios, es que penetre dentro de nosotros, hasta llegar a tocar la dureza de nuestro corazón, para convertirlo cada vez más al Señor y a su voluntad (2)

Escuchar la Palabra de Dios es una parte de la oración, del diálogo de amor: «Dejémonos guiar como Israel en el desierto para que Él nos hable al corazón y escuchemos su voz, dejemos que resuene en nosotros con mayor profundidad y disponibilidad. Cuanto más nos dejemos fascinar por su Palabra, más lograremos experimentar su misericordia gratuita hacia nosotros» (2).

3. Sacudir la modorra y reconocer la voluntad de Dios. Tenemos que cambiar el rumbo y para eso seguir la voluntad de Dios como Jesucristo. No andemos como los atenienses en decir u oír la última novedad; eso es charlatanería, dictada por la curiosidad vacía y superficial y que hoy puede insinuarse en el uso engañoso de los medios de comunicación (3).

4. Tocar la carne de Cristo en las personas que sufren. El Misterio de la Pascua de Jesús no es un acontecimiento del pasado: por el poder del Espíritu Santo es siempre actual. Las llagas de Cristo nos llaman a sentir compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en numerosas víctimas inocentes de las guerras, de los abusos contra la vida tanto del no nacido como del anciano. De las múltiples formas de violencia, de los desastres medioambientales, de la distribución injusta de los bienes de la tierra, de la trata de personas en todas sus formas y de la sed desenfrenada de ganancias, que es una forma de idolatría.

La Cuaresma nos recuerda que debemos compartir nuestros bienes con los más necesitados mediante la limosna. Así participaremos personalmente en la construcción de un mundo más justo. Compartir en la caridad hace al hombre más humano, mientras que acumular conlleva el riego de que se embrutezca, ya que se cierra en su propio egoísmo. También el misterio pascual nos llama a ocuparnos de la economía con el espíritu de las Bienaventuranzas. (4)

Cristianos palentinos: Escuchemos la llamada que nos trae la Cuaresma de dejarnos reconciliar con Dios, fijemos la mirada en el corazón del Misterio pascual y convirtámonos a un diálogo abierto y sincero con el Señor. Solamente así seremos sal de la tierra y luz del mundo.