Miércoles, 24 Abril 2024 13:20

Celebrando la Palabra - V Domingo de Pascua - (28 de abril)

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Celebración del Quinto Domingo de Pascua. Ciclo B. 28 de abril de 2024.

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1. AMBIENTACIÓN

 

Podemos colocar un cartel con una de estas frases: “Separados de Jesús nos secamos” o, “Yo, la vid, vosotros los sarmientos”.

 

 

2. RITOS INICIALES

 

Monición de entrada. Hermanas y hermanos, seguimos en tiempo de Pascua. Hoy la celebración nos quiere motivar con expresiones tan fundamentales como “ver al Señor”, sentirnos bien en su presencia, “amar no sólo de palabra, sino con obras y de verdad”, “sin mí no podéis hacer nada”... Para ello el Evangelio nos propone el símbolo de la vid del que Jesús saca una preciosa doctrina: Un sarmiento en solitario no puede dar fruto; se seca. El Padre, que es el viñador, nos poda cuando es oportuno para que podamos dar fruto. Es una gran suerte vivir unidos a Jesús, la cepa que distribuye savia nueva y vitalidad a todos los sarmientos.

Unidos a Jesús y unidos entre nosotros comenzamos esta celebración.

Canto

Saludo. Hermanas y hermanos, alabemos juntos a Dios Padre, que nos quiere unidos a Jesús y a su Espíritu.

Acto penitencial

Porque nos quieres y nos corriges con acierto, Señor, ten piedad.

Porque separados de Ti, nos quedamos sin la savia de la vida, Cristo, ten piedad.

Porque siempre podemos mejorar y aumentar nuestros frutos, Señor, ten piedad.

Gloria

Oración

Padre bondadoso, Tú nos has redimido por amor y nos has abierto las puertas de tu casa, enséñanos a sentir tu mirada de ternura sobre nosotros, así, todos los que creemos en Jesús resucitado, alcanzaremos, por sus méritos, la auténtica libertad y la vida sin fin. Por J.N. S. Amén

 

 

3. LITURGIA DE LA PALABRA

 

Monición a las lecturas. La primera lectura menciona la conversión de San Pablo. Él “había visto al Señor”, por eso lo confiesa públicamente. A pesar de su pasado es aceptado en la Comunidad, porque demuestra tener experiencia de Cristo resucitado y se expresa como testigo.

La segunda lectura destaca que la fe en Jesucristo une a las personas bautizadas en la Pascua del Cordero y se manifiesta en el amor fraterno.

En el Evangelio, con la imagen de la vid y los sarmientos, Jesús nos anima a vivir unidos a Él, es la única manera de ser fecundos.

Lecturas. Hch 9,26-31. Salmo. 1Ju 3, 18-24. Aclamación: ¡ALELUYA! Jn 15,1-8. Breve silencio.

Comentario homilético. Todos hemos oído alguna vez el relato de la conversión de San Pablo... Es conocido por todos su cambio de vida, aunque él ya era un hombre de fe, y muy bien instruido en su religión... El impacto que produjo en Pablo aquel encuentro con Jesús, le condujo pronto por el camino de la mística y por la senda difícil de los profetas. Como él mismo reconoce, por la gracia de Dios, no por sus méritos, llegó a ser un profundo creyente. Valoró tanto el conocimiento vivencial de Jesús que todo lo demás lo consideró pérdida y basura. Para Pablo, la vida es Cristo; y en el colmo de la experiencia mística llega a afirmar: “Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mi”

En nuestra sabiduría popular tenemos un refrán que recoge perfectamente el mensaje de la segunda lectura: “Obras son amores, que nos buenas razones”. San Juan nos dice: “No amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad”. La fe se demuestra con obras, y una de las principales es el amor. Amamos con acierto si seguimos las indicaciones de la conciencia y las de Dios, que nos habla por medio de la conciencia.

El texto del Evangelio habla del Padre como viñador, de Jesús como tronco de la vid, y de nosotros como los sarmientos. Para que el sarmiento de fruto, ha de estar unido a la vid, es decir, a Jesús; separados de Él, no podemos hacer gran cosa. Por tanto, permanecer unidos a Jesús es la clave para el trabajo misionero y para una vida personal plena.

La poda en la vida vegetal es muy necesaria; sin ella el fruto es escaso o nulo. Dios Padre nos poda: recorta defectos, nos corrige con la sana intención de que seamos más fecundos...Es necesario dejarse podar por Dios. Su plan, su deseo y su gloria es que vayamos por la vida dando fruto abundante. La gloria de Dios, o sea, cuando es glorificado Dios por nosotros... es siempre que producimos abundantes frutos, es decir, cuando, unidos a Jesucristo, hacemos todo lo posible por: cuidar, sanar, escuchar, acompañar a las personas; haciendo la vida agradable a cuantos nos necesiten.

El valor que se resalta repetidamente en el pasaje evangélico es la unión con Jesús para hacer todo lo que acabamos de decir. Pero no vale cualquier unión. Podemos vivir la unión con Él desde las ideas: nos convence su doctrina, encontramos valioso su Evangelio etc. y, desde ahí brota la admiración. Pero eso no es suficiente, podemos admirar a Jesús y quedarnos en eso. Para trabajar en su Reino nos pide algo más: una compenetración desde la espiritualidad, donde la fe se esponja, se dilata regada con la savia propia de Jesús que es su Espíritu. Él quiere llenarnos con su mística, con su amor, con su genio sano de hombre entero y libre. Si nos abrimos a esta compenetración, notaremos gran dinamismo, fuerza interior, savia joven y vida nueva para llevar a cabo la misión. (Silencio de interiorización)

Credo

Oración de los fieles

Oremos para que todos nos abramos al amor de Dios y demos fruto abundante, roguemos al Señor.

Oremos para que los pueblos progresen aspirando la savia de sus mejores raíces históricas, roguemos al Señor

Oremos para que en esta comunidad se acrecienten las ganas de conocer más a Jesús, para mejor trabajar en su Reino, roguemos al Señor.

Oremos por todos los que sufren el desempleo, para que la solidaridad de las comunidades cristianas les ayude a vencer las dificultades, roguemos al Señor.

Oremos unos por otros para animar la vida espiritual de esta comunidad, roguemos al Señor

 

 

4. RITO DE LA COMUNIÓN

 

Monición. Unidos a Jesús, como los sarmientos a la cepa, vamos a compartir la comunión. Que Él bendiga nuestra fraternidad para que amemos a nuestros prójimos con obras y de verdad.

Canto

Introducción al Padre nuestro

Bendito seas, Dios viñador,
que nos llamas a vivir en comunión con Jesús,
la cepa sana y vigorosa,
llena de savia joven,
con ganas de volcarse en los sarmientos.

¡Qué don más entrañable:
vivir compenetrados con Él!
Conocemos tus iniciativas salvadoras:
sabemos que todo lo has hecho por nuestro bien.

Hoy nos recuerdas la ilusión que tuviste al crearnos:
que pasemos por la vida unidos a Jesús
y dando fruto abundante.

Padre, dueño de la viña, tienes toda la razón:
es una frustración terminar estériles y secos,
convertidos en ceniza...

Es lógico, nos tienes que podar.
Es ley de vida, sabiduría de la naturaleza.

Dios bueno, no tengas reparo:
corta y recorta, purifícanos,
renuévanos a imagen de Jesús,
riéganos hasta empaparnos en tu Espíritu.

Deseosos de ser fecundos,
unidos a Ti y a los hermanos te decimos: Padre nuestro...

Gesto de la paz

Distribución de la comunión: canto

Acción de gracias. (espontáneo)

 

 

5. RITO DE CONCLUSIÓN

 

Compromiso. Unión intima con Jesús y servicio generoso a los hermanos.

Oración después de la comunión. Se toma del misal

Bendición

Monición final. Como San Pablo, podemos afirmar que hemos experimentado la presencia de Jesús, que hemos visto al Señor.

En determinadas circunstancias decimos: “Esto es posible porque Dios anda por medio”, o bien: “salí de aquel aprieto porque sentí que Dios me ayudaba”. Es evidente que la compañía de Dios y de Jesús nos ayudan mucho en la vida de cada día. No lo olvidemos: si el Padre nos poda, es para que demos buenos y abundantes frutos, regados por la sabia de la cepa. Que la semana sea buena para todos y el Espíritu nos acompañe.

Canto final y despedida.

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