IV Domingo de Cuaresma: Tiempo oportuno… para dejarnos amar por Dios

IV Domingo de Cuaresma: Tiempo oportuno… para dejarnos amar por Dios

En este Cuarto Domingo se nos llama a aprovechar este TIEMPO OPORTUNO… para DEJARNOS AMAR POR DIOS.

 

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Miramos lo que está pasando

 

Multitud son los signos de amor entre las personas: las preocupaciones entre los miembros de la familia; el saludo cordial entre vecinos; la vocación de servicio de los docentes; quienes cuidan nuestra salud; la generosidad de quienes colaboran en proyectos solidarios; la visita a los enfermos; la atención hacia nuestros mayores; quienes saben escuchar, dialogar, corregir… Todas estas son manifestaciones cotidianas del amor que Dios siente por cada ser humano.

“Siempre disponible para servir”

Nos sorprendió la muerte de nuestro querido compañero David García en los primeros momentos de la COVID-19: excelente persona, coherente y buena, sacerdote del Vaticano II, implicado en la Pastoral Obrera, con un hondo sentido eclesial y realista.

En coherencia con su opción de Pastoral Obrera, siempre estaba disponible para servir allí donde el obispo lo indicase. Practicó siempre la obediencia de comunión con alegría y entrega.

Identificado con la mística del discipulado y del seguimiento de Jesús. Discípulo en la escuela del único maestro interior, Jesús de Nazaret, y en la praxis y aplicación del Vaticano II.

Hoy hacemos memoria agradecida de David, porque como persona humana, creyente y presbítero, fue un DON de Dios para el mundo obrero y para la diócesis de Palencia. Tenemos la certeza de que desde el Reino de los Cielos nos bendice y nos ayuda a vivir la fraternidad apostólica”.

 

Acogemos la Palabra

 

«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz».

Juan 3,14-21

 

La imagen de la serpiente de bronce elevada en el desierto (Nm 21,8-9) evoca la “elevación” de Jesús en la cruz. Igual que el estandarte con la serpiente fue signo de salvación para los judíos en el desierto, así Jesús es el signo de la salvación regalada por Dios. Es en el Cristo crucificado donde Dios ha querido expresar su amor salvador a la creación.

Juan sintetiza la obra de salvación realizada por el Padre en una frase: «Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único». El amor de Dios se ha hecho historia con el envío de su propio Hijo, una historia de salvación que alcanza a toda la humanidad: «Que todos tengan vida». En el Hijo es Dios mismo quien se está entregando: todos somos objeto de la generosidad de su amor.

Hay muchos signos a nuestro alrededor que están reflejando este amor salvífico de Dios. Personas que con sus vidas son testigos de la ternura con la que Dios nos ama en cada paso. La cuaresma nos ofrece la oportunidad de experimentar, de nuevo, el amor que viene de Dios, de sentir su ternura, de dejarnos amar por Él. ¡Tanto nos ha amado! ¡Somos testigos de su amor!

 

Piensa y actúa

 

Jesús nos ha amado hasta dar la vida por nosotros. Ser creyente es sentirse amado y llamado a vivir en plenitud amando. Piensa en tantas personas buenas, compañeros, vecinos, amigos, familiares que han hecho de sus vidas una entrega amorosa, sobre todo a los más desfavorecidos.

• ¿Qué experiencia tienes de sentirte amado, amada?

• Escucha la llamada a corresponder al amor de Dios amando a los hermanos. ¿Qué actitudes cultivar para crecer en ese sentido?

• Tu proyecto de vida ¿qué está aportando al Proyecto de Dios para la humanidad?

• Siente la llamada al compromiso para instaurar el Reino de Dios. 

 

Oramos juntos

 

Amar al mundo apasionadamente
como Tú lo amas, Señor,
es hacernos cómplices
y responsables del amor
con el que Tú te acercas
a los caídos del camino.

Hiciste de tu vida un poema de ternura y de cuidado,
y me pides a mí, nos pides a nosotros,
que entreguemos la vida
curando las heridas de la gente que sufre,
nos pides transformarlo todo
desde la ternura de los cuidados,
cerca del pueblo y de la gente,
de los ancianos solos, de los niños perdidos,
de las mujeres maltratadas, del inmigrante perseguido,
del trabajador en condiciones precarias,
¡de tantas soledades calladas y escondidas!

¡Haznos, Señor, buenos samaritanos,
cuidadores de la vida!

 

Para ver y escuchar

 

Especiales, de Olivier Nakache, Eric Toledano

Todo va a ir bien (Luis Guitarra)