En este Quinto Domingo se nos llama a aprovechar este TIEMPO OPORTUNO… para DARSE A LOS DEMÁS.
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Miramos lo que está pasando
Si echamos una mirada a la realidad podemos encontrar numerosos signos que manifiestan la presencia de Dios en el mundo. Misioneros que dejan sus tierras para acompañar otros pueblos. Políticos que se desviven por servir honestamente a sus comunidades. Personas que se unen en cooperativas que hacen visible otra manera de entender la economía. Proyectos solidarios que entienden la fraternidad más allá de sus países. Sindicalistas que están dispuestos a perder su puesto de trabajo por defender los derechos de sus compañeros. Mujeres que se unen para superar el patriarcado, tanto de la sociedad como de nuestra Iglesia. Son expresiones de amor, expresiones de Caridad política, de compromiso y entrega generosa.
“Goyo: un hombre de Iglesia, comprometido con la sociedad.
Un hombre de Iglesia, comprometido con la sociedad.
Recientemente fallecía Goyo Alonso, un gran militante cristiano, muy comprometido con la sociedad de su tierra soriana. Fue miembro de la JOC, y después de la HOAC, en las que forjó su fe y su proyecto de vida desde el Evangelio, encarnando las condiciones de vida de los pobres. Su vida austera y sobria era fruto de una fe apasionada en «un tal Jesús», como él solía decir.
Goyo apostó por una ‘Iglesia en salida’, y su práctica creyente se manifestaba en la calle, entregado a las causas justas, y clamando justicia para aquella provincia olvidada, codo a codo con los compañeros de la Plataforma Soria ¡Ya!
Goyo es un referente para el seguimiento de Jesús en la lucha por la justicia para los pobres”.
Acogemos la Palabra
Jesús dijo: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre». Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».
Juan 12,20-33
La breve parábola el “grano que muere” recuerda las metáforas del grano y la siembra, habituales en los Sinópticos y también en Pablo. Refleja una experiencia de sobra conocida en la sociedad rural: la semilla esparcida en la tierra tiene que desaparecer para que pueda brotar y crecer el fruto. Sin “muerte” no hay “vida” nueva.
La parábola establece un doble contraste: “muerte-vida”, “infecundidad-abundancia”. La muerte da paso a la vida; la infecundidad del grano da lugar, trámite la muerte, a la abundancia de la cosecha. Así es la muerte de Jesús. «Ha llegado la hora» en que el aparente sin-sentido de la muerte y la soledad del sepulcro den paso a la Vida nueva, al fruto abundante manifestado en la comunidad de seguidores.
La “renuncia a uno mismo” es la concreción en clave de discipulado de la imagen del “grano que muere”. Del mismo modo que Jesús ha de morir en la cruz para resucitar a la Vida, el discípulo ha de caminar la senda de la entrega para regalar vida a su alrededor. Darse es vivir para los demás; perder es ganar. La cuaresma nos da la oportunidad de gastar la vida en favor del otro, sobre todo del más débil y abandonado.
Piensa y actúa
El grano de trigo depositado en la tierra es signo de donación de la propia vida para que otros puedan vivir. No se puede engendrar vida sin dar la propia. Relee de nuevo, con atención, el Evangelio.
• Deja que resuenen en ti las palabras de este Evangelio que hablan de entrega, servicio, muerte, fruto, vida.
• Acoge la llamada a entregarte, a comprometerte, a sembrarte, a perder tu vida para que otros la tengan en abundancia.
• ¿Conoces iniciativas, proyectos de vida, de consumo, que sean alternativos al sistema dominante y que sean signos proféticos de entrega y compromiso, en los que puedas implicarte?
Oramos juntos
Sois semillas del Reino
plantadas en la historia.
Sois buenas y tiernas,
llenas de vida.
Os tengo en mi mano,
os acuno y quiero,
y por eso os lanzo al mundo:
¡Perdeos!
No tengáis miedo
a tormentas ni sequías,
a pisadas ni espinos.
Bebed de los pobres
y empapaos de mi rocío.
Fecundaos, reventad,
no os quedéis enterradas.
Floreced y dad fruto.
Dejaos mecer por el viento.
Que todo viajero
que ande por sendas y caminos,
buscando o perdido,
al veros, sienta un vuelco
y pueda amaros.
¡Sois semillas de mi Reino!
Para ver y escuchar
• Sé como el grano de trigo que cae
• Cadena de favores, de Mimi Leder