El pasado 30 de mayo, nuestra diócesis vistió de colores las calles con la celebración del Gesto Diocesano, bajo el lema “Cuidamos la vida. Cuidamos nuestra casa común. Creamos fraternidad”.
Este gesto, recogido en la programación diocesana para este curso -en este “Tiempo de cuidar, tiempo de crear- ha querido ser una acción comunitaria, sinodal, colectiva, diocesana, significativa y con visibilidad eclesial y social. Un gesto en el que se han implicado de manera entusiasta comunidades parroquiales, colegios y colectivos por toda la diócesis... Un gesto que ha llenado las calles de color, de compromiso y de trabajo comunitario.
Fotos de los preparativos del Gesto Diocesano
Fotos del Gesto Diocesano
LA PROPUESTA
Partiendo de la filosofía del Yarn Bombing (algo así como bombardeo de hilo), la comisión organizadora del Gesto, buscaba dar visibilidad a algo que tradicionalmente se había mantenido intramuros. Quién no ha tenido una madre o abuela que no ha forrado con sus tapetes los reposacabezas de los sillones, los centros de las mesas. Pero era algo que quedaba en el espacio interior, propio de una feminidad callada, oculta y hogareña.
Así, con este Gesto se buscaba expresar el cuidado histórico que han realizado mujeres y hombres de nuestras familias, pueblos y barrios con las personas, en las comunidades, con los territorios, la naturaleza; el cuidado de nuestra sociedad a las personas que han sufrido la pandemia y siguen sufriendo sus consecuencias; las luchas por el cuidado del medio ambiente y la conciencia eco-social; el tejido comunitario y las redes creadas para generar convivencia, cultura, trabajo; los vínculos, la pertenencia contra la cultura de la indiferencia, la creación artística y la belleza en la vida cotidiana; y la nueva conciencia eco-social expresada en la Doctrina Social de la Iglesia en los documentos del papa Francisco.
El Papa Francisco nos decía en el Documento Sínodo Amazonía: «Nuestro planeta es un regalo de Dios, pero sabemos también que vivimos la urgencia de actuar frente a una crisis socio-ambiental sin precedentes... Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos... Una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad».
Y en Fratelli Tutti nos hacía la siguiente invitación: «Miremos el modelo del buen samaritano. Es un texto que nos invita a que resurja nuestra vocación de ciudadanos del propio país y del mundo entero, constructores de un nuevo vínculo social. Es un llamado siempre nuevo, aunque está escrito como ley fundamental de nuestro ser: que la sociedad se encamine a la prosecución del bien común y, a partir de esta finalidad, reconstruya una y otra vez su orden político y social, su tejido de relaciones, su proyecto humano. Con sus gestos, el buen samaritano reflejó que «la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro».
EL PROCESO
Con esta propuesta encima de la mesa, tocaba ponerse en marcha, e invitar a vecinos, comunidades parroquiales, unidades pastorales, comunidades religiosas y contemplativas, colegios… a “vestir” un árbol, con trozos de tela, de punto, en los entornos de las iglesias, patios... y en un momento posterior se inaugurar el gesto con una canción y un manifiesto.
Y al final fueron muchos árboles, en muchos sitios y con mucha gente implicada. Han sido días de tejer kilómetros de tela, en las grandes parroquias y en los pueblos minúsculos. Niños, jóvenes, adultos, mayores… haciendo comunidad. Por toda la Diócesis. De ver plasmado el lema diocesano de este curso -”Tiempo de cuidar y crear”- en lo concreto. De “crear”, de descubrir que cuando tejemos… vamos llenando el vacío con hilos débiles. Pero juntos hacen un tejido fuerte y vigoroso. De descubrir que el “cuidar”, el cuidarnos, que lo llevamos tiempo haciendo y bien… también incluye cuidar la Casa Común.
De descubrir que cerca del “cuidar” y el “crear” está el “arropar”... un verbo que rezuma cariño. Arropar en grupo, en comunidad. Conscientes de nuestra fragilidad, de nuestra pobreza y pequeñez ante los tan grandes y graves desafíos… arropar a una persona, arropar a un ser querido, arropar al que sufre, arropar a un árbol.
EL GESTO DIOCESANO
Y llegó el día, tras la eucaristía dominical, en el Domingo de la Santísima Trinidad y de la Jornada Pro Orantibus, cada comunidad reunida entorno al árbol “arropado” para expresar: el cuidado de las personas en este tiempo de pandemia y a lo largo de la historia en nuestros pueblos, de la naturaleza y la cultura; las relaciones y el tejido comunitario y la vida de nuestra diócesis en este año con el lema “tiempo de cuidar y de crear”.
Presentando a Dios bueno nuestras peticiones y rogando:
• Por nuestra querida Iglesia de Palencia, para que proclame la Buena Noticia de que Dios es Padre, que es Aliento de vida en cada uno de nosotros y que cuenta con nosotros como hijos tuyos.
• Por los hermanos y hermanas que han recibido en la Iglesia la vocación contemplativa, para que, desde el corazón de la Iglesia sean la voz de tantos hombres y mujeres que, en medio de sus sufrimientos, no saben, no quieren o no pueden rezar.
• Por todos los hombres y mujeres que día a día trabajan y se esfuerzan por cuidar y crear una sociedad más justa y habitable para todos, y sea fecundo todo su empeño y esfuerzo.
• Por los que no tienen trabajo, a los que no tienen qué comer, a los que no tienen dónde vivir, a los que se sienten sin dignidad, que el aliento de vida que Dios nos regala nos lleve a implicarnos en la transformación de este mundo.
Dando gracias al Padre porque nos has concedido la gracia de reconocerle en Jesús, como Padre, Palabra y Viento. Para que cada uno de nosotros seamos camino hacia Dios para los que nos rodean.
Recordando -mientras se escuchaba la canción “Cuídala”, de Migueli- a personas, lugares, gestos de cuidado y creación, a nuestras abuelas y abuelos, a nuestros padres, a nuestros vecinos y a las manos que han cultivado la tierra en nuestros pueblos y que han tejido estos paños, pequeñas obras de arte, que cubren este árbol (estos árboles).
Acogiendo la llamada a la conversión ecológica que nos pide el Papa Francisco… y rezando juntos:
MANIFIESTO del GESTO DIOCESANO
Acogiendo la llamada del Papa Francisco a una conversión ecológica, nuestra Diócesis de PALENCIA, en solidaridad con todos aquellos que sufren las graves consecuencias de la pandemia mundial que afecta especialmente a los colectivos más vulnerables, declaramos y nos comprometemos personal y comunitariamente a:
• Asumir, ante la amenaza extrema del calentamiento global, la pérdida de biodiversidad y el agotamiento de los recursos naturales, el compromiso de defender la Casa Común y cada uno de los seres humanos que la habitan con nuestras actitudes y opciones de vida.
• Reconocer que no somos los dueños ni dominadores de la Tierra, autorizados a expoliar, sino que nosotros mismos somos tierra, huéspedes y peregrinos, llamados a ser sus celosos cuidadores y cuidadoras.
• Caminar ecuménicamente con otras comunidades cristianas en el anuncio inculturado y liberador del Evangelio y con otras religiones y personas de buena voluntad, en solidaridad con los pobres y los pequeños, en la defensa de sus derechos y en la preservación de la Casa Común.
• Asumir ante la avalancha del consumismo, un estilo de vida alegremente sobrio, sencillo, contemplativo y solidario con los que poco o nada tienen; reducir la producción de residuos y el uso de plásticos, optar por energías renovables, utilizar el transporte público siempre que sea posible y apoyar iniciativas que promuevan una nueva economía y un nuevo modelo de desarrollo basado en el bien común y la ecología integral.
• Animar a las comunidades, instituciones, voluntarios y profesionales a concretar este compromiso comunitario en sus actividades y hacer todos los esfuerzos posibles para que se promueva, se profundice y se vaya poniendo en práctica la llamada urgente del papa Francisco a una Conversión Ecológica Integral.
Conscientes de nuestra fragilidad, de nuestra pobreza y pequeñez ante los tan grandes y graves desafíos, nos encomendamos a la oración de la Iglesia.
ORACIÓN FINAL del GESTO DIOCESANO
Dios amoroso,
Creador del cielo, de la tierra y de todo lo que hay en ella.
Abre nuestras mentes y toca nuestros corazones,
para que podamos ser parte de la creación, tu regalo.
Hazte presente con los necesitados en estos tiempos difíciles,
especialmente para los más pobres y más vulnerables.
Ayúdanos a mostrar una solidaridad creativa para hacer frente
a las consecuencias de esta pandemia mundial.
Haznos valientes para abrazar los cambios
dirigidos a la búsqueda del bien común,
ahora más que nunca, que podemos sentir
que todos estamos interconectados e interdependientes.
Haz que logremos escuchar y responder
al grito de la tierra y al grito de los pobres.
Que los sufrimientos actuales puedan ser los dolores de parto
de un mundo más fraternal y sostenible.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.