Dos modos de ir a la iglesia y una sola manera de rezar

La segunda catequesis sobre la oración, Jesús la explica con una parábola muy ilustrativa. En ella nos enseña cómo orar, cómo hacer bien nuestra oración. El texto comienza el texto razón de por qué les narra esta historia del fariseo y del recaudador de impuestos. La traducción que leemos en castellano escribe publicano, aunque la palabra publicano está exenta de connotación negativa para nosotros. Jesús advierte que los que confían en sí mismo y desprecian a los demás no rezan bien.

 

Auténticos ante Dios

La primera actitud que Jesús nos propone en la oración tiene que ver con la autenticidad quejándose de la prepotencia o soberbia ante Dios. La descripción que hace el fariseo ante Dios habla de un hombre engreído que se presenta ante Dios presumiendo de lo que es y lo que hace, encontrando en ello la satisfacción personal y el orgullo de ser diferente a los demás. Presume de ser mejor que los demás ante Dios y se lo tiene que decir como exigiendo que Dios se lo reconozca y así encontrar el mérito de lo que pide. En su descripción como en su forma de orar de pie, se desprende una actitud de autosuficiencia donde nada tiene que pedir ni buscar porque lo tiene todo. Aún más, desprecia al publicano que ha entrado también en el templo a rezar. La actitud del orante es la autenticidad, nunca el engreimiento y la soberbia, nunca considerarse superior a nadie. Por eso ni su oración fue escuchada ni salió del templo justificado y feliz.

 

Humildad de sabernos pecadores

Ante el Señor no cabe otra actitud que sentirnos humildes y limitados, pecadores decimos. Y si acudimos a Él debe ser siempre desde esa actitud de necesitados de su ayuda. El publicano, era recaudador de impuestos, el peor de los oficios ya que quitaba el dinero del pueblo judío para los invasores romanos. Muchos de ellos eran judíos y sabían que se situaban fuera de la ley. Por ello sintiéndose pecador, acude al templo. Su actitud y comportamiento es diametralmente opuesto al fariseo, el hombre de la ley. No se atreve a levantar la cabeza y solo acierta a darse golpes de pecho acopañados de una breve oración: ¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador! Todo lo que pide es que Dios se apiade de él, que le tenga amor a pesar de su vida y su comportamiento. Su plegaria es corta, breve, pero nace en lo profundo de su corazón y la acompaña con lágrimas. Su humildad encuentra respuesta en Dios. Y su oración le hace feliz, le restaura ante los ojos de Dios.

 

Dos modos de ir a la iglesia y una sola manera de rezar. La que se hace con humildad, la que ante Dios solo acierta a pedir perdón y misericordia. Aprendamos a rezar así para que encontremos justificación en la oración.

 

 

Comentario al Evangelio del 23 de octubre de 2022, por José María de Valles, delegado diocesano de Liturgia.

Emitido en "Iglesia Noticia" de la Diócesis de Palencia. Cadena COPE. 23 de octubre de 2022