Re-Construimos ... Adviento 2022

Re-Construimos ... Adviento 2022

Asumimos la misma imagen y la idea central del curso pastoral de la diócesis con la intención de reforzarlo desde este tiempo de sementera y preparación que es el adviento.

Un pequeño retoque, el prefijo «re-», tratando de imitar el logo de «moda re-» de Cáritas. Refuerzo, pero no solo. También quiere evocar el proceso de lo viejo, lo desechado que vuelve a tomar vida y vida elegante, generando un nuevo uso, permitiendo nuevos dinamismos, con modernidad y elegancia.

Re-construimos, pieza a pieza, poco a poco. Sumando, siendo positivos, generadores, apoyando. Re-construir con acciones, pero también como talante, un estilo, una actitud ante la vida.

Toda la historia de la Salvación está concebida en tono de «re-construcción». Restaurar el paraíso, la creación, el proyecto de Dios maleado por el pecado, como hogar común para todos.

Restaurar, reparar, rehacer... gran parte de la vida de Jesús tiene que ver con eso.

San Pablo les dirá a los cristianos de Corinto, los buenos carismas son los que edifican la comunidad.

Se trata de ir poniendo piezas, con nuestros estilos de vida, personales y comunitarios, que sumen buen talante, positividad, concordia, armonía, diálogo, encuentro, paciencia, comprensión, justicia, igualdad, rehabilitación...

Pero en tono de adviento, de sementera, de introducir semillas, de ayudar a germinar, de pequeños brotes, tonalidades que vayan poniendo otro deje a la vida. De preparar y animar a las personas y a las comunidades a entrar en tonos positivos, en motivar las ganas de avanzar. Como Isaías, el poeta, el profeta... generar ánimos, motivar ilusiones, animar deseos.

Iniciar movimientos, cuidar...

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Como todos los años el primer domingo es una llamada a despertar, a la vigilancia, a salir de la rutina, a tomar conciencia y consciencia.

Esa es la orientación que plantea la hoja: abrir los ojos como un ejercicio de despertar, de tomarnos el pulso, de ser conscientes para que no aparezca ese ladrón que nos roba la alegría o la ilusión o la esperanza o la pasión por la vida. La vida personal, pero también la vida social: los encuentros, las reuniones que nos ayudan a crecer, la sanidad, las infraestructuras necesarias para poder vivir con dignidad.
 
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También el segundo domingo suele repetirse año a año. Juan Bautista como voz que grita en el desierto para preparar un camino al Señor".

El viejo Isaías tuvo que lidiar con un pueblo que se estaba acostumbrando al exilio. Se estaba acostumbrando a la mediocridad de una vida normalita y sin sobresaltos, medio cómoda y rutinaria.

No nos estará pasando algo parecido. Y para no parecer demasiado vacíos tenemos cantidad de programas y de series de televisión, futbol, internet...

Con la pandemia aprendimos a no necesitar salir demasiado de casa, hasta la misa la podemos ver por televisión, sin frío, sin tener que aguantar a nadie.

Y grita para despertar, para salir de ahí.

Estamos en medio de un ‘Sínodo’ que en la fase diocesana nos pide con urgencia salir, de los lenguajes rutinarios, de las celebraciones monótonas y poco vivas, de los despachos y locales. Pero cuesta tanto. Como a la gente de Babilonia..

 
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Después de que los discípulos de Juan se marchan, Jesús pregunta: ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto?

Este domingo, aprovechando la ambigüedad de la expresión, se nos invita a reflexionar sobre nuestra mirada, sobre nuestros deseos, sobre el horizonte al que nos gustaría movernos.

Tenemos un bombardeo consciente e inconsciente que dirige nuestra mirada, nuestro deseo, nuestro éxito al lujo, al consumo, al tener, a parecer más, a dar envidia... cañas agitadas por el viento.

Frente a eso, la propuesta de volver a mirar los valores que construyen, que edifican, que generan comunidad, vida social: tolerancia y diálogo en medio de la crispación; compartir en medio de la indiferencia; silencio interior en medio del ruido...

 
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Un domingo para caer en la cuenta de que las semillas que intentamos introducir para este ejercicio de edificar son frágiles. Muchas de las cosas de Dios son tan frágiles. El mismo Jesús de la navidad es tan poquita cosa, tan delicado.

El evangelio nos presenta el ejercicio de José, relativizando muchos de los prejuicios de la sociedad patriarcal de su época para permitir que hubiera lugar para el cariño y las personas.

Una invitación a esforzarnos por cuidar, por poner piezas que construyen, por hacer ambientes ecológicos que permiten la vida de calidad para todos.

 
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