Cuaresma 2023

«Con sus gestos, el buen samaritano reflejó que “la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro”… Esta parábola es un ícono iluminador, capaz de poner de manifiesto la opción de fondo que necesitamos tomar para reconstruir este mundo que nos duele. Ante tanto dolor, ante tanta herida, la única salida es ser como el buen samaritano». Fratelli tutti 66-67.

 

PARA... porque vamos demasiado deprisa...

Sí, vamos demasiado deprisa. A veces no tenemos tiempo para lo importante y no nos damos cuenta de las cosas que suceden a nuestro alrededor, de lo que pasa a aquellos que caminan con nosotros, de la vida... Y se nos pasa todo volando. Así es imposible darnos cuenta de los signos de Dios en cada paso que damos, ni de a qué nos llama, ni de cómo interviene en nuestra vida a través de la vida de los otros.

 

...sin tiempo para ver, sentir, abrazar...

Así, poco a poco, vamos perdiendo nuestra capacidad de ver, de sentir, de abrazar. Estamos ciegos, somos insensibles, no nos importan los otros o el Otro (total, con salvarme yo, con que yo tenga, con que yo esté...). Y actuamos, sin quererlo, como el levita o el sacerdote que bajaban camino de Jericó, incapaces de ver, cerrados a la misericordia de un Dios misericordia como el nuestro. Necesitamos, en esta circunstancia, algo más...

 

...necesitamos rePARAR.

Por eso, en esta cuaresma, nos propondremos actuar como el Buen Samaritano. Y hacerlo en dos de sus gestos: pararse y reparar las heridas. Y os mostramos cinco actitudes para ir viviendo cada semana de este tiempo.

 

El cartel y el lema

La cultura japonesa utiliza el término “kintsugi” para referirse al arte de recomponer lo roto. «Cuando se rompe una pieza de cerámica, los maestros de este arte ancestral la reparan con oro, dejando la cicatriz de la reconstrucción completamente a la vista y sin ningún disimulo, pues para ellos una pieza reconstruida es un símbolo perfecto que aúna fortaleza, fragilidad y belleza».

Los primeros cristianos, como los maestros del “kintsugi” decidieron también conservar y transmitir la historia de Jesús sin ocultar las muchas rupturas, heridas y traiciones que le acompañaron durante su vida. Podrían haber edulcorado, suavizado o directamente omitido los aspectos más polémicos de sus enseñanzas o los elementos más humillantes de su dramático final. Al contrario, dejaron las cicatrices de sus heridas completamente a la vista y sin ningún disimulo. Pero lo hicieron no solo por ser fieles a la historia, sino, sobre todo, para mostrar la fortaleza, la fragilidad y la belleza de la reconstrucción obrada por Dios en la resurrección. Convenía mostrar el oro precioso que rellena los huecos entre las piezas rotas, la huella de Dios en las cicatrices de la historia.

La importancia de recomponer lo roto resuena también con el concepto del Tikun Olam (en hebreo, «reparar el mundo»), que expresa la responsabilidad compartida de la humanidad para curar, reparar y transformar el mundo. El concepto conecta con las insistentes exhortaciones de los Profetas de Israel y fundamenta la ética judía de la cual bebe el propio Jesús, buen conocedor de la tradición de su pueblo.

Una de las frases que mejor expresa esta llamada al compromiso con la reparación que brota de la experiencia del Dios creador y anuncia la fe en la resurrección es del profeta Isaías: «Los tuyos reedificarán las ruinas antiguas. Tú levantarás los cimientos de generaciones pasadas, y te llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas» (Is 58,12).

Pero no podemos olvidar que la restauración siempre es una tarea colectiva. Por ello, no es Jesús quien, con sus propias fuerzas, vuelve a la vida tras bajar a los infiernos. Es en gran medida el Padre quien, como experto artesano, tras enviarle y sostenerle a lo largo de su misión, le eleva, le reconstruye y le resucita. La restauración obrada en la resurrección es un trabajo de colaboración, una labor de equipo en la que participa la Trinidad entera. Ésa es la razón por la que, para los cristianos, el compromiso con la restauración del mundo es un modo de actualizar la experiencia de la resurrección y de vivir la vocación. El creyente escucha la llamada de los profetas y de Jesús para unirse a la labor del Dios-creador quien, en la resurrección, re-crea de nuevo la humanidad rota.

Esta es la propuesta que os hacemos en esta Cuaresma, en este tiempo de roturas, enfrentamientos y terremotos. Pero también de oportunidades, nacimientos y Pascua.

Primer domingo de Cuaresma

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Date tiempo. Antes de actuar, de anunciar, de sentir, de abrazar, toma el pulso a tu vida. Como Jesús en el desierto. Como dice el papa Francisco, el tiempo es superior al espacio: necesitamos darnos el tiempo y dar comienzo a los procesos para restaurar nuestro proyecto de vida. Reencontrarnos con nuestras debilidades, fracasos y pecados y sentir a Dios para potenciar fortalezas y oportunidades.

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Segundo domingo de Cuaresma

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Experimenta. Sube a la montaña… no te canses. Enriquece tu mirada. Ensancha el corazón, abre tus manos. Déjate inundar por el resplandor de Dios, siente su presencia en ti. Escucha al hijo amado: “levantaos, no tengáis miedo”.

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Tercer domingo de Cuaresma

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Construye… en tu interior espacios de adoración, de culto en Espíritu y verdad. Desde la cárcel más secreta, desde la sala de cuidados intensivos de un hospital, desde cualquier cocina o lugar de trabajo, podemos elevar nuestro corazón hacia Dios. Y hacerlo en la verdad y el Espíritu del Evangelio: amor, perdón, ternura.

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Cuarto domingo de Cuaresma

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Ilumina. Destierra tus oscuridades. Dios ilumina tu vida. Crea luz. Necesitamos creyentes de verdad, atentos a la vida y sensibles a los problemas de la gente, buscadores de Dios capaces de escuchar y acompañar con respeto a hombres y mujeres que sufren, buscan y no aciertan a vivir de manera más humana ni más creyente.

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Quinto domingo de Cuaresma

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Recrea. Resurrección y vida. Eso es Jesús. Nosotros tenemos el Espíritu del Resucitado. Lo nuestro es crear vida, ser co-creadores: de relaciones sanas, de procesos y espacios de vida, saludables, acogedores y de imaginar utopías realizables.

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Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2023

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Una invitación a ponerse en camino siguiendo a Jesús para profundizar y acoger su misterio de salvación, desprendiéndose de la mediocridad y de la vanidad. Es lo que aborda el Papa en su mensaje para la Cuaresma 2023, en el que destaca la relación entre el camino cuaresmal y el camino sinodal enraizados en la tradición y abiertos a las novedades.

Es una transfiguración, personal y eclesial, la meta del camino ascético cuaresmal y, del mismo modo, del sinodal. Así lo subraya el Santo Padre en su mensaje para la Cuaresma 2023 con el título “Ascesis cuaresmal, un camino sinodal”.

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