Palabra y Vida - Descubrirle entre nosotros y seguirle

Palabra y Vida - Descubrirle entre nosotros y seguirle

Cerramos el ciclo de Navidad con la fiesta del Bautismo de Jesús. Si al principio del Adviento Juan Bautista nos invitaba a esperar y recibir al Salvador, que nacería junto a nosotros, al acabar la Navidad vuelve a invitarnos, en esta ocasión a descubrirle entre nosotros y seguirle.

 

Juan Bautista, testimonio de Jesús

El breve relato de san Marcos resalta en primer lugar la figura de Juan Bautista en su tarea de dar testimonio de Jesús. Ante Jesús se siente humilde y no merecedor de alabanzas porque reconoce en Él al Señor. Este papel de Juan Bautista como mediador entre los discípulos y el Señor sigue siendo para nosotros una tarea fundamental de nuestra fe, Todos debemos aceptar y vivir el compromiso de proclamar la presencia de Jesús como Salvador y Señor. Todos tenemos la misión de mostrar a los demás que Dios vive entre nosotros. No siempre asumimos esta dimensión a la hora de vivir nuestro cristianismo. Tantas veces queremos pasar desapercibidos y nos cuesta dar testimonio y manifestar ante los demás que Dios nos acompaña en la vida. Al iniciar el tiempo, que llamamos ordinario, nos recordamos que no debemos olvidar este compromiso de gritar que Dios es más fuerte que todo y vive con nosotros.

 

Mi Hijo amado

La segunda parte del evangelio nos descubre la dimensión fundamental del Niño Dios que hemos visto nacer en la Navidad. El bautismo de Jesús en el Jordán, inicio de su vida pública, nos muestra la teofanía o manifestación plena de Dios que se hace presente en la Trinidad del Hijo que recibe el agua, el Espíritu que desciende sobre Él y el Padre que proclama que es su Hijo amado. Una maravillosa forma pictórica de presentar a Dios. Detengámonos en la expresión que viene del Cielo y que debe resonar permanentemente en nuestros corazones. Jesús es el HIJO AMADO del Padre. Una frase que debemos grabar en nuestro corazón porque también debemos identificarnos con ella. En ese Hijo Amado, Dios Padre nos ve a nosotros al salir también de las aguas del Bautismo. Sintámonos orgullosos de nuestra condición de hijos de Dios porque será tanto como sentirnos muy amados por Dios.

 

Nuestro Bautismo

Nos lleva esto al último compromiso que hoy nos propone la Iglesia a través de la liturgia. Recordar nuestro bautismo y valorar nuestra condición de hijos de Dios. Pidamos la gracia de vivir con gozo y entusiasmo ese don que el Señor nos regaló en las aguas bautismales y sepamos que Dios se complace en nosotros cuando vivimos con orgullo nuestra condición de ser sus hijos.

 

José María de Valles – Delegado diocesano de Liturgia