Seguimos viviendo los valores de la Pascua, como la alegría, dejando llenar nuestra vida con el gozo del Resucitado y así vivir en plenitud la esperanza. Tiempo pascual que nos descubre la presencia de Jesús resucitado en nuestra vida.
Y hoy leemos el evangelio proclamado en la misa funeral del papa Francisco. Encuentro con Cristo resucitado y profesión de fe de Pedro.
En Galilea
El encuentro con Cristo resucitado tiene lugar esta vez en el trabajo diario, en el entorno que nos es familiar y en nuestra vida cotidiana. Un escenario a menudo difícil, hostil y exigente que no nos da todo lo que esperamos. Ahí se nos invita a descubrir a Cristo resucitado. Los apóstoles acompañan a Pedro a pescar, la tarea diaria de aquellos pescadores de Galilea que lo habían dejado todo para seguir al Maestro durante tres años. Volvían ahora a su tierra, recuperaban su oficio y tarea y recomenzaban la vida, tal vez con el fracaso de no haber logrado lo que soñaban. Y así parecía demostrarlo la escasa pesca de esa noche en la que no habían cogido nada. ¿Se les habría olvidado hasta pescar? En ese escenario que, tantas veces, refleja nuestra realidad diaria tiene lugar el encuentro con el Resucitado. Experiencia que el Señor quiere también regalarnos a cada uno de nosotros. Verle en nuestra vida, acoger su palabra y acabar profesando como Pedro su amor a Él para ser capaces de vivir el compromiso de seguirle, de ser cristiano, no tanto porque dependa de nuestras fuerzas sino porque el Señor nos va a ayudar.
Acoger su palabra
La segunda propuesta que hoy nos hace la Palabra de Dios es acoger la palabra de Jesús. Aceptar el consejo de aquel forastero que les había preguntado si tenían pescado y, ante la negativa, les había dicho que echaran la red a la derecha, seguro que no les resultaría sencillo. Sin embargo, aceptan la propuesta y se encuentran con la agradable sorpresa de que la red se llena de peces. Cuando las cosas no salen bien, cuando hemos fracasado, fiarnos de la palabra de Dios puede ser la solución a nuestros problemas. Pedro no dudó de lo que le pedían y encontró el éxito de las redes llenas por su escucha y obediencia. Dejemos también nosotros que la Palabra de Dios sea solución para nuestros problemas.
Confesar la fe
Pero el evangelio une esta experiencia de Cristo resucitado a la triple confesión de Pedro. Por tres veces Jesús le pregunta a Pedro si le ama. Aceptar la resurrección no puede quedarse en un pensamiento. sino que nos implica a amar a Dios. Creemos que Cristo está vivo cuando nos adherimos firme y permanente al Señor resucitado. Mostramos su resurrección cuando lo amamos. Las preguntas de Jesús a Pedro deben resonar permanentemente en nosotros. Creer en el resucitado conlleva amarle. Las tres insistentes preguntas de Jesús a Pedro nos recuerdan que, a menudo, le amamos un poco pero no absolutamente. No se trata de amar un poco y una vez. El amor que Dios nos pide es absoluto, para siempre y de todo corazón. Tres es el número de la perfección. Tres es la forma de hacer superlativa la respuesta. Tú sabes que te quiero, es la expresión de Pedro que hoy debemos poner todos nosotros en nuestros labios.
José María de Valles. Delegado diocesano de Liturgia