Feliz día de Todos los Santos

Feliz día de Todos los Santos

A lo largo del año, el Calendario nos presenta a los santos canonizados y beatificados, es decir, reconocidos oficialmente por la Iglesia y propuestos para todos los cristianos como modelos... pero hay un día que recordamos a Todos los Santos.

Como recuerda el Papa Francisco en Gaudete y Exsultate, la santidad está también «en el Pueblo de Dios paciente: en los padres de familia que crían con tanto amor a sus hijos; en los hombres y mujeres que trabajan por llevar el pan a casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo...».

En una ocasión, el Papa Benedicto comparó la belleza de los santos con un jardín: «al visitar un jardín botánico, nos sorprende la variedad de plantas y flores, y resulta natural pensar en la fantasía del Creador, que ha transformado la tierra en un maravilloso jardín. Experimentamos un sentimiento análogo cuando consideramos el espectáculo de la santidad: el mundo se nos presenta como un jardín donde el Espíritu de Dios ha suscitado con admirable fantasía una multitud de santos y santas, de toda edad y condición social, de toda lengua, pueblo y cultura. Cada uno es diferente del otro, con la singularidad de la propia personalidad humana y del propio carisma espiritual. Pero todos llevan grabado el “sello” de Jesús (cf. Ap 7, 3), es decir, la huella de su amor».

En estos tiempos nuestros, en los que somos más conscientes que nunca de que un acto individual tiene repercusiones en el conjunto, y de que formamos parte de algo más grande que nosotros mismos, el dogma de la comunión de los santos cobra una nueva actualidad. Dice Benedicto XVI: «Qué hermosa y consoladora es la comunión de los santos! Es una realidad que infunde una dimensión distinta a toda nuestra vida. ¡Nunca estamos solos! Formamos parte de una “compañía” espiritual en la que reina una profunda solidaridad: el bien de cada uno redunda en beneficio de todos y, viceversa, la felicidad común se irradia sobre cada persona. Es un misterio que, en cierta medida, ya podemos experimentar en este mundo, en la familia, en la amistad, especialmente en la comunidad espiritual de la Iglesia».

Pensemos hoy en la santidad de Dios. Su belleza, su bondad y su verdad es como un diamante tallado con múltiples facetas. Cada una de ellas refleja la luz de Dios de un modo único: la caridad de Madre Teresa de Calcuta, la valentía de Santa Juana de Arco, la sencillez de San Martín de Porres, la bondad de San Juan XXIII, la inteligencia de Santo Tomás de Aquino, la alegría de San Felipe Neri, la confianza de Teresita de Lisieux, el amor por los jóvenes de San Juan Bosco... La lista sigue. Y cada uno de nosotros podemos intentar también, con sencillez, reflejar en nuestra vida la luz del amor de Dios.

Julio J. Gómez