I Domingo de Adviento - En vela

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Comienza el Adviento. En vela para ser conscientes, para tomar las riendas de nosotros mismos, para cuidar lo que nos hace sólidos...

 

EN EL EVANGELIO

 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

- «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre.

Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.

Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa.

Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

 

ENTRE LÍNEAS

 

Jesús usa un lenguaje «apocalíptico», extraño para nosotros. Quizá lo más importante es su tono de advertencia y de gravedad, está planteando algo muy serio. Y es serio porque es imperceptible, porque cuando uno se da cuenta ya es tarde... por eso hay que estar «en vela»: para no perder la propia melodía entre tantas canciones pegadizas que suenan por las calles: coplas de desencanto, de pesimismo, de añoranza, músicas de individualismo, de sálvese quien pueda, canciones que invitan a cerrarnos en una mediocridad que luego necesita vibra con emociones prestadas en el futbol, en NETFLIX o HBO, cantos de comodidad y confort, himnos que buscan seguridades, nanas de consumo, cánticos de éxito fácil... y uno se olvida de las melodías más sutiles de vida, de compartir, de participación, de relaciones profundas, de formación... que son las que generan esperanza.

Por eso un grito de urgencia y gravedad: «EN VELA». Cuidado con el ladrón que viene en la noche de la dejadez, se lo termina llevando todo. A no ser que estemos vigilantes, poniendo cuidado, guardando en el arca.

 

EN LA VIDA MISMA

 

Me sorprende. Soya tiene 21 años y muchas veces habla con una sabiduría impropia de su edad. No hace mucho, en un encuentro de jóvenes de la JOC (Juventud Obrera Cristiana) le oí decir: “Mamen se ha perdido por el camino. Quiero estar con ella, a su lado, deseo escucharla y apoyarla”.

En el descanso me acerqué y le pregunté qué quería decir con “se perdió por el camino” y me dijo que: “Mamen tiene 25 años, hace dos meses y medio murió su madre y, ahora no sabe dónde ir, no sabe qué hacer con su vida”.

Cuando Soya llegó desde Ucrania hasta Huesca también anduvo perdida y sola. Fue en un campamento juvenil, a través de la cercanía y el cariño de los que hoy son sus amigos, que descubrió de nuevo el camino, la alegría de vivir. Seguro que fue la propia experiencia la que le hace ahora tan sensible a la situación de su amiga Mamen.

¿Quién no se ha perdido alguna vez por el camino? Hoy, en este momento de cambios y encrucijadas, nos sucede lo que a Mamen. Caminamos un poco o un mucho perdidos, personalmente, en la familia, en el pueblo, y en la Iglesia. Algunos miran hacia atrás, añorando tiempos pasados, senderos conocidos. Otros otean el horizonte adivinando algún rastro. Algunos se han sentado al borde del camino, cansados. Otros caminan sin rumbo, desorientados.

 

PARA PENSAR

 

Cómo notas tu interior, qué tipo de melodía te ronda: Tu tono vital es de cabreo, de desgana, de desánimo... seguramente tienes miles de razones para ello.

Para eso es el adviento, para caer en la cuenta de que así no vamos a ninguna parte, sufrimos más y nos resignamos... Por eso hay que estar vigilantes, para que no nos impongan músicas que no nos convienen.

Como pasó en los tiempos de Noé, hay personas que van preparando ese arca que soporta diluvios: con maderas de formación, de buenas relaciones, tablas de participación...

¿Cómo de sólida es tu arca? Dedicas tiempo a leer, a pensar, a reunirte con otros; huyes de los problemas o te comprometes; construyes o solo eres música ratonera para criticar a todo el que hace algo.

 

Y UNA ORACIÓN

 

Despierta, Señor, nuestros corazones,
que se han dormido en cosas triviales

y ya no tienen fuerza para amar con pasión.

Despierta, Señor, nuestra ilusión,
que se ha apagado con pobres espejismos

y ya no tiene sueños que esperar.

Despierta, Señor, nuestras ansias de felicidad,
porque nos perdemos en diversiones vacías,

y no saboreamos el latido cotidiano del corazón.

Despierta, Señor, nuestro silencio hueco,
porque necesitamos palabras de vida para vivir

y sólo escuchamos reclamos de la moda y el consumo.

Despierta, Señor, nuestras ganas de verte,
pues tantas preocupaciones nos rinden

y preferimos descansar a estar vigilantes.

Despierta, Señor, esa amistad gratuita,
pues nos envuelven relojes y tareas

y apenas queda tiempo para las personas.

Despierta, Señor, tu palabra nueva,
que nos libre de tantos anuncios y promesas

y nos traiga tu claridad evangélica.

Despierta, Señor, nuestro espíritu,
porque hay caminos que sólo se hacen

con los ojos abiertos para reconocerte.

 

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