Sin duda alguna lo mejor que nos ha pasado tiene que ver con la familia. La familia en la que nacimos, la que nos ha formado y la que hemos formado y, de esa otra familia, que tantas veces ignoramos y de la que formamos parte que es la familia de los Hijos de Dios, la Iglesia. Esta realidad maravillosa y gratificante centra hoy la liturgia.
LA FAMILIA, EL PRIMER REGALO
La familia supone el primer regalo que recibimos al nacer. Nos espera, nos acoge, nos cuida y nos ama. Que pocas veces reconocemos este milagro que Dios ha hecho con nosotros. Dios confía a nuestros padres nuestras personas y ellos han llevado a cabo la tarea más increíble: hacernos personas y cristianos. Todo ello hace que hoy nos sintamos con la obligación de dar gracias por nuestra familia, cada uno la nuestra, la que el Señor nos regaló.
LA FAMILIA, UN PROYECTO EN CONSTRUCCIÓN
La mirada al pasado, que tan frecuentemente hacemos, hace brotar sentimientos de nostalgia refrendando las palabras de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero no siempre esta apreciación encierra la realidad. En todos los tiempos la familia se configura como un proyecto en construcción, como la casa que siempre tendemos a mejorar y hacerla más confortable. La familia no se deja encerrar en un esquema hermético e inamovible, sino que se adapta a sus miembros, los padres, los hijos, los familiares, los vecinos… y en la medida que todo ello cambia también modifica su comportamiento, sin dejar de ser mejor o peor. En cada momento la familia sigue construyendo nuestro proyecto de vida, de amor, de atención, de diálogo, de convivencia tratando de hacernos felices. Hoy también, en la Navidad de este año 2024, la familia, nuestra familia sigue siendo el proyecto donde vivir todos esos valores, muchas veces con dificultades, evidentemente, pero siempre con entusiasmo e ilusión. Los logros, los aciertos juntamente con los fallos dependerán de nosotros.
LA IGLESIA, NUESTRA FAMILIA
La familia procede de Dios y, por tanto, pretende ser manifestación del amor de Dios. Descubramos hoy este objetivo. Tomemos conciencia de que formamos parte y pertenecemos a la familia de los Hijos de Dios, a la Iglesia que como Madre nos cuida, reúne y ama. Familia que sin duda también pasa por problemas y dificultades nunca insalvables e insuperables. Se nos propone admirar nuestra familia eclesial, nuestra comunidad parroquial para que admirándola la amemos y amándola superemos los retos y dificultades que se nos plantean. Más que nunca esta familia eclesial está llamada a vivir valores como la humildad, la generosidad, la entrega, el diálogo, la comunicación en la doble vertiente con Dios y con los demás. Este es nuestro reto mostrar a las familias de nuestra sociedad los valores que vivimos en la comunidad creyente y así servir de ejemplo a todas ellas.
José María de Valles. Delegado diocesano de Liturgia