El periodo 1 de septiembre al 4 de octubre marca un tiempo para celebrar cada año la Creación, un tiempo de agradecimiento al Creador por la vida y a la vez un tiempo de compromiso para cuidar la Casa Común. El lema de este año ha sido: “Escucha la voz de la creación”. En su mensaje para este tiempo el Papa Francisco ha utilizado el símbolo de la zarza ardiente (Ex 3, 1-12). La pregunta inquietante para todos nosotros es: ¿de verdad queremos escuchar la voz de Dios mientras «la creación grita, los bosques crepitan, los animales huyen y las personas se ven obligadas a emigrar debido al fuego de la injusticia que hemos provocado?» (cf. Papa Francisco, Mensaje para Tiempo de la Creación, 2022).
Todos los días vemos el contexto bélico actual y las tensiones internacionales que repercuten en la vida de toda la humanidad. Sin paz no hay soluciones a las crisis. Pero para mejorar el mundo hay que empezar con uno mismo. Así lo entendió en profundidad San Francisco, patrono de la ecología, cuya fiesta se coloca al fin de este periodo de reflexión, el 4 de octubre. Pero en realidad la reflexión debe continuar con la promoción de la ética y los valores que sostienen la vida y no la minan. Con nuestro ejemplo inspirado y la voluntad consiguiente debemos anunciar y vivir estos valores ecológicos en comunidad, porque uno solo está perdido en la avalancha de los anti-valores, de un materialismo omnipresente en la vida cotidiana. Muchos de nosotros sufrimos un cansancio mental, tal vez una frustración o decepción porque todo intento de llegar a un mundo más justo y pacífico va tan lento. Además, existen muchos intereses económicos que no están interesados en invertir en la paz, sino que necesitan la guerra. Estamos cansados, atrapados en nuestra zona de confort. Alguien ha dicho que parece que incluso “Dios está cansado de llamarnos sin recibir respuesta”. Ojalá que el miedo y la búsqueda de la pseudo-seguridad no prevalezcan y minen nuestra humanidad y solidaridad a la que nos llama el Señor. Que nunca perdamos la esperanza y el entusiasmo para trabajar por una nueva cultura del cuidado y del encuentro a la que nos llama también el Secretario-General de la ONU, Antonio Guterres en su mensaje para el Día Internacional de la Paz, que se celebra cada año en el día 21 de septiembre, este año con el lema. “Pon fin al racismo. Construye la paz”. Es evidente que, si no encontramos tiempo y energía para trabajar por la paz, las crisis y entre ellas la crisis del cambio climático que ya tiene tantos efectos negativos entre los más pobres y desheredados de nuestro mundo, seguirán amenazando el futuro de la humanidad. Si no somos capaces de liberar la política de tanta crispación, insultos y descalificaciones, seguiremos envenenándonos el corazón, algo que termina siempre, en palabras de Guterres «en desigualdades, en desconfianza y nos aleja a unos de otros, cuando deberíamos unirnos, como una sola familia humana para reparar este mundo fracturado». Sabiendo que la paz se educa el Papa Francisco nos avisa en Laudato Sí que «la educación será ineficaz y sus esfuerzos estériles si no procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza». Para escuchar la voz de Dios la conversión es necesaria y, junto con el desarrollo de una espiritualidad ecológica, nos ayudará a entrar en un nuevo tiempo de la creación.