Resiliencia cristiana

Resiliencia cristiana

En psicología, se define la resiliencia como la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas, en definitiva, capacidad de afrontar la adversidad. Si desde hace un par de años venimos sufriendo la pandemia del coronavirus, ahora se plantea un nuevo reto ante la incipiente guerra en Ucrania, que ha golpeado nuestras vidas y nos ha sumido en una especie de estupor aún por asimilar.

Estas situaciones requieren una gran capacidad de resistencia, pero, sobre todo, requiere de templanza, de priorización de bienes, tanto a nivel personal como social. En la sociedad occidental se ha priorizado como fuente principal de felicidad la posesión y goce de bienes materiales, acompañado de un mercado preparado para generarlos en cantidad, adquirirlos de forma rápida e incentivar su consumo.

Pero la prueba personal-colectiva que estamos pasando nos hace descubrir algo más profundo. En concreto, la radical interdependencia que existe entre todos los seres humanos, que ha estado olvidada en muchas de las ideologías individualistas del siglo pasado. Como ha dicho el Papa Francisco, quien hace la guerra olvida la humanidad, pues en cada conflicto es la gente común la verdadera víctima.

Estos momentos pueden suponer una conversión o mutación de la jerarquía de bienes en nuestras vidas; la paz en el mundo comienza siempre con nuestra conversión personal,  teniendo en cuenta que el bien fundamental de la vida es algo que nos incumbe a todos y  actuar en consecuencia con una actitud de reconocimiento de nuestra fragilidad personal y social, pero sin desfallecer en hacer el bien a nuestros hermanos,  sin cansarnos de rezar pues no nos bastamos a nosotros mismos, con la esperanza puesta en la paz y la reconciliación.